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«Siempre hay un espacio por donde entrar para transformar». Entrevista con Susana Reyes, Directora de la escuela Isauro Arancibia (Buenos Aires)

Como parte del proyecto #EntreDocentes, con el que pretendemos
fomentar la transformación de los centros educativos facilitando el acceso a experiencias exitosas de cambio, a recursos educativos y promoviendo la colaboración entre los centros, hablamos con Susana Reyes, Directora de la escuela Isauro Arancibia (Buenos Aires).

1.Resume, por favor, el proyecto educativo de tu centro. ¿Cuáles son los elementos diferenciales que destacarías? ¿Qué valores defiende de manera especial vuestro proyecto educativo y cómo los integra?

Breve reseña histórica del contexto donde nace esta escuela

El huracán neoliberal de los años 90 dejó mucha gente sin trabajo y sin vivienda. Las calles de la Ciudad de Buenos Aires, como las grandes ciudades de América Latina, se poblaron de trabajadores y trabajadoras informales, jóvenes, niños y niñas, familias enteras viviendo en la calle o lugares transitorios, durmiendo en el subterráneo, pidiendo en las estaciones “una monedita” para subsistir. Ante esta situación de desamparo estatal y librados a la lógica del mercado del «sálvese quien pueda», el pueblo respondió organizándose. Se armaron cooperativas de vivienda, de trabajo, sindicatos. Los y las jóvenes en situación de calle también lo hicieron, desarrollaron estrategias para sobrevivir en la calle estableciendo la convivencia agrupados en “ranchadas”.

La escuela Isauro Arancibia existe porque hace 20 años hubo un encuentro entre estos y estas jóvenes que navegaban las calles en busca de un destino distinto y un espacio con maestros que escucharon y soñaron junto a ellos y ellas. Fue creciendo y transformándose colectivamente hasta ahora.

Nació en el año 1998 como un Centro Educativo de Educación Primaria para Adultos y Adolescentes. Estos Centros son parte de la oferta educativa del área de Adultos y Adolescentes de la CABA (ciudad de Buenos Aires) Argentina. Se trabaja en multiciclo en una institución alojante que solicita un maestro o maestra.

Le pusimos el nombre de Isauro Arancibia, maestro Tucumano asesinado, junto a su hermano Arturo en la sede de ATEP, sindicato docente de Tucumán, por la dictadura cívico militar a pocos minutos de asumir, el 24 de marzo de 1976.

Inicialmente fueron las trabajadoras de AMMAR (Asociación Mujeres Meretrices de Argentina) quienes poblaron el aula del Isauro, fue con ellas que buscamos a los y las jóvenes que «paraban en Constitución», estación de tren de la CABA, quienes comenzaron a asistir al Isauro con sus hijas e hijos y hermanos de calle. De esta manera la Institución alojante pronto se vio repleta de jóvenes que se acercaban al Centro Educativo a iniciar o terminar su educación primaria.

En realidad, si hay algo que caracteriza la construcción de esta escuela es que no fue pensada con antelación, fue siendo. Por lo tanto es durante su construcción que vamos cayendo en cuenta de lo que hacemos, de lo que hicimos. Es imposible atraparla porque el Isauro late, vive, crece permanentemente. Es una escuela viva, construida por los trabajadores, trabajadoras y estudiantes, en permanente transformación. Utilizando como herramientas la escucha, la palabra, la experiencia cotidiana y la organización consensuada. Teniendo siempre como centro al sujeto pedagógico y sus necesidades, así se fue armando, exigiendo al estado restitución de derechos.

Pasaron 20 años de ese encuentro, el Isauro fue creciendo y se fue transformando.

¿Cómo transitamos del proyecto inicial, de una maestra con 15 estudiantes a este inmenso proyecto que hoy es el Isauro?

Con 300 jóvenes asistiendo diariamente, 130 trabajadores, tres niveles educativos. Resistimos a muchas amenazas a lo largo de estos años pero siempre avanzando, trabajando siempre con la memoria, quiénes somos, por qué estamos acá. Crecimos con un enfoque desde la Educación Popular.

En estos 20 años nos hemos hecho las mismas preguntas y hemos pasado por los mismos lugares muchas veces, con otra mirada, otra perspectiva, obteniendo diferentes respuestas en cada etapa. En ese espiral dialéctico, ascendente, volvemos a pasar por el mismo punto pero ya no somos los mismos que en la vuelta anterior. Práctica-teoría-práctica, praxis, lo que tantas veces leímos, enseñamos, lo vivimos cotidianamente como colectivo.

En el 2005 intentamos organizar los contenidos curriculares de acuerdo a las necesidades de nuestro sujeto pedagógico. Así, a través de una encuesta nos dijeron cuáles eran los ejes fundamentales de la vida. De esa manera organizamos los contenidos escolares en los ejes de vivienda, salud, escuela, trabajo, familia y amigos. Estos ejes impulsaron la creación de lo que hoy es el CIS (Centro de Integración Social) donde viven 18 estudiantes, cuatro emprendimientos productivos de la economía social: ecobolsa, panadería y catering, revista y bicicletería.

Fuimos dotando a la escuela de todo aquello que ayudaba a la restitución de derechos. Los y las estudiantes «dicen su palabra» en la revista «La Realidad Sin Chamuyo» que escriben desde hace 12 años.

La escuela hoy cuenta con primaria de adultos, un grado de nivelación (depende de una primaria común pero funciona en el Isauro, atiende niños y niñas entre 6 y 13 años), un CAI (Centro de Actividades Infantiles) que acompaña en tareas recreativas los sábados y durante la semana apoya a la escolaridad, jardín maternal y escuela media. También el Isauro se instituyó como un espacio de formación para los Institutos de Formación Docente y otras instituciones de nivel terciario y superior.

No todo es lo que parece: la rigidez del sistema educativo, su burocracia y lentitud aparentemente impenetrable. Siempre hay un espacio por donde entrar para transformar, para llevar a cabo los sueños que imaginamos cuando quisimos ser docentes. Esa escuela ideal, la escuela que soñamos. Con espacio para la discusión, para la pedagogía crítica, para el amor, para la lucha y plena en derechos humanos.

2. ¿Cómo describirías el contexto y el entorno del centro? ¿Cómo animáis a la participación de la comunidad educativa?

¿Quiénes son nuestros estudiantes?

El sujeto pedagógico que se acerca a la escuela en muchos casos son familias enteras. Mientras los niñas y niñas hasta tres años van al jardín maternal o mayores de 6 años al grado de nivelación, sus padre y madre pueden terminar o empezar la escuela primaria de adultos y adolescentes o al secundario. También muchos eligen asistir a los talleres de arte y oficio.

En realidad nuestros y nuestras estudiantes son héroes desconocidos que luchan por encontrar su lugar, que se enfrentan diariamente a situaciones atroces con todos sus derechos vulnerados, sobreviviendo en la calle esperando que llegue el día para ir a la escuela a estudiar, a sentirse amados y respetados. Son niños, niñas, adolescentes, jóvenes y adultos; algunos con sus hijos. Viven en situación de calle, llegan al Isauro porque de “boca a boca” se van contando. Son jóvenes estigmatizados por la sociedad como los chorros y peligrosos de los cuales hay que alejarse. ¿Quiénes son en realidad?: son los que consumen «paco», los que no han tenido infancia, los que asustan a transeúntes desprevenidos… pero también son los que después de una noche desgarradora, interminable en la calle se levantan de la vereda para venir a estudiar, los que piden colores para subrayar los títulos, los que saben cosas que nos sorprenden: los malabares, el cuerpo humano, los animales, poemas de amor, los que sueñan su futuro no más de los 30 años, los que conviven con la muerte… los despreciados por la sociedad…

Cuando llegan al Isauro se los recibe y respeta como son, se los ama como son y se habilitan sus potencialidades para que pueda reescribir su historia.

El proyecto de nuestra escuela impacta en la vida de nuestros y nuestras jóvenes que no podían imaginar su vida más allá de los 30 años. Los pibes se mueren, los mata la policía, los matan en los barrios, se mueren de enfermedades mal tratadas, de desamor, de maltrato, se suicidan.

La escuela abre una dimensión de futuro. Los y las estudiantes ya están habitando la universidad, porque van los jueves a cursar una materia, la habitan como parte de su mundo posible.

Hace 20 años nos poníamos muy contentos cuando uno de nuestros o nuestras estudiantes volvía una y otra vez a terminar la primaria, hoy transitan la secundaria y la universidad ya es parte de sus proyectos de vida. Desde que existe el secundario en el Isauro los pibes tienen otra proyección, se les amplió el mundo. A pesar del desfinanciamiento que están sufriendo las Universidades, de las dificultades que encontramos a cada paso, en el Isauro estamos sosteniendo este proyecto de secundario entre las dos instituciones.

Hoy volvemos a transitar en nuestro país momentos muy difíciles, con un futuro incierto y sin posibilidades de mejoras en un futuro inmediato.

Pero sabemos que el proyecto Isauro Arancibia, impactó en nuestros jóvenes, a quienes se les han arrebatado todos sus derechos, abriendo su futuro, fortaleciendo su proyecto de vida. Por eso resistimos y transformamos, porque estamos hablando de los pibes que quieren vivir, que tienen derecho a la vida y a imaginar un futuro feliz.

En nuestro cotidiano los desafíos que asumimos son constantes, diarios y también estructurales.

3. ¿Cómo favorecéis la atención individualizada a los ritmos y formas de aprendizaje del alumnado? ¿Cuáles son, en tu opinión, las claves para conseguir una escuela inclusiva?

Este proyecto es una construcción colectiva apoyada en cuatro pilares fundamentales:

Asamblea semanal de trabajadores: se discute desde el proyecto pedagógico hasta las intervenciones con lxs estudiantes. Es una asamblea horizontal, donde con cada opinión se construye un consenso. Es el espacio más formativo para todos los docentes. Allí aprendemos a respetarnos, intentando superar las diferencias de enfoque pedagógico e ideológico. Escucharnos, discutir, consensuar y así formamos una pedagogía, un formato escolar, un colectivo que trasciende a cada uno de los trabajadores. Tuvimos que aprender que nada “es”, todo “va siendo” y que si hoy aseveramos una norma, quizás mañana no nos sirva, entonces volveremos a discutir y a crear una nueva.

Pareja pedagógica: se trabaja en parejas formando equipo. Estas incorporaciones conformaron un dispositivo capaz de atender la diversidad y la individualidad presentes en las aulas y de regular los prejuicios y preconceptos de los docentes. Dentro de las aulas, es necesario que el maestro o la maestra no esté solo. Evita que se cristalice en sus prejuicios.

Equipo de apoyo: Formado por Trabajadores Sociales, psicólogos, Licenciados en Cs. De la Educación. Profesionales capaces de acompañar y aportar miradas tendientes a fortalecer el proyecto de vida de cada estudiante. Operadores que acompañan a lxs estudiantes en su proceso educativo.

Trabajo en red: creamos redes con instituciones dedicadas a la salud, justicia, identidad, trabajo, vivienda y educación. Por ejemplo, gracias a esta red, nuestrxs estudiantes acceden a la salud a través de un equipo interdisciplinario del Hospital Argerich, que atiende una vez por semana en la escuela y entregar turnos para el hospital. Articulaciones con SEDRONAR (adicciones), Hospitales Odontológicos, etc.

Un CAJ (Centro de acceso a la Justicia) acompaña para acceder a la documentación y por problemas judiciales

En la escuela se llevan adelante asambleas semanales tanto en la escuela primaria como secundaria donde se discuten cuestiones relacionadas a la convivencia en la escuela.

También se llevan adelante, con la coordinación de psicólogos y trabajadores sociales, reuniones de mujeres y varones que tienen como centro las cuestiones de género.

Todos los años realizamos un viaje con los estudiantes a distintas provincias del país. Estos viajes requieren de planificación y acción para conseguir los recursos. Los 7 días de convivencia en un contexto diferente impactan muy favorablemente en las dinámicas de integración. A través de las asambleas se aprende a utilizar la palabra para tomar posición y respetar la opinión de los demás como así también llegar a un consenso.

Muchas de las estrategias de supervivencia en la calle incluyen la violencia, en la escuela aprenden otras formas de relacionarse.

4. ¿Qué planes y proyectos de convivencia estáis desarrollando? ¿Cómo valoráis sus resultados?

Lxs maestrxs del Centro Educativo, a fin de acompañar las trayectorias de lxs estudiantes, formamos una Asociación Civil. De esta manera, generamos acciones que apuntan a la restitución de derechos: el CIS (Centro de Integración Social (hogar de tránsito para lxs estudiantes); cuatro microemprendimientos de economía social (panadería, ecobolsas, bicicletería y revista); de capacitación (por ejemplo el Curso de reparación, armado y fileteado de bicicletas), de asistencia (contratación de profesionales que realizan acompañamientos), entre otras.

En la escuela se llevan adelante asambleas semanales de estudiantes, donde se discuten las problemáticas que surge de las convivencias en las aulas, donde cada estudiante ejercita el derecho a decir su palabra y llegar a un consenso.

Otra actividad característica fue la de la organización de viajes de fin año a distintas lugares de nuestro país. La convivencia sostenida durante 6 días, conociendo distintas geografías, es muy integrador y enriquecedor para docentes y estudiantes.

5. ¿Cuál es el papel de las familias en el proyecto educativo?

A la escuela asisten familias completas de jóvenes, en algunos casos asisten tres generaciones y participan activamente del proyecto.

Pero la gran mayoría de los y las estudiantes no cuentan con apoyo familiar. Son jóvenes que desde muy chicos se apartaron de sus barrios y familias para vivir en la calle. Allí crecieron tomando como su familia a sus «hermanos de calle» con los que forman la ranchada. Las familias de origen, en general son familias empobrecidas o se encuentran cumpliendo una condena.

6. ¿Qué actuaciones específicas realiza el centro para escuchar a sus alumnos?

Se realizan asambleas semanales en todos los estudiantes de cada nivel educativo de la escuela. En estas asambleas se discuten situaciones convivenciales, proyectos, construcción de normas, etc.

Existe en la escuela un «Espacio de Escucha» atendido por dos profesionales psicólogas a donde acuden lxs estudiantes cuando necesitan hablar de algún tema que necesitan apoyo. También desde este espacio se fortalecen los proyectos de vida de lxs estudiantes.

7. ¿Qué importancia tiene en vuestro centro las competencias artística y emocional? ¿Las desarrolláis de alguna manera específica?

La introducción de los talleres de Arte en el Centro promovió y desencadenó un sinfín de preguntas referidas al qué, cómo y cuándo. ¿Debían ser opcionales? ¿Curriculares? ¿Los estudiantes podían elegirlos o no? La novedad de la oferta: Plástica, Narración, Historieta, Artesanías, Revista, Teatro, etc. generó la reflexión institucional sobre el lugar de lo artístico en el Centro.

Luego de algunas experiencias finalmente el formato adoptado fue el de incluir regularmente algunos talleres como curriculares y otros como optativos a contra-turno.

La metodología de trabajo y la inserción en el Proyecto Educativo Institucional se fue armando y consolidando a partir de reuniones periódicas entre talleristas y abiertas a los aportes de los maestros de ciclo. De este modo la planificación de las actividades, la circulación de la información referida a los grupos y las propuestas de abordaje pedagógico fueron compartidas y desarrolladas en forma conjunta y consensuada, en varios segmentos del año.

La implementación de un proyecto pedagógico conjunto supuso la articulación de los distintos saberes, su coordinación y puesta en marcha a través de la figura de una coordinadora de talleres.

Los talleres de arte como Música, Video, Plástica, Narración, Historieta, y otros como Medios Audiovisuales, Revista, Computación, desde su formulación se plantearon, por un lado como fuertes motivadores del proceso de alfabetización y por otro lado como espacios diferenciados de lo escolar con énfasis en lo lúdico, la experimentación y el disfrute.

El primer desafío lo constituyó la construcción del vínculo entre talleristas y estudiantes, el desarrollo de la confianza mutua y el respeto por los acuerdos de trabajo, todo ello como condiciones indispensables para cualquier acción educativa. Aprender a leer, pero también aprender a escuchar. A escucharse. A decir, a pedir. De estos aprendizajes no sólo fueron sujetos nuestros estudiantes sino nosotros como docentes.

Aprendimos junto a los niños, niñas y jóvenes a diseñar actividades que tuvieran en cuenta sus intereses, sus dinámicas relacionales, sus complejas problemáticas, y a la vez ligándolas al contexto social y diverso de sus condiciones de existencia.

Estas propuestas permitieron que fueran incorporando herramientas propias de los diferentes lenguajes artísticos y construyendo su propio decir. Al mismo tiempo esta construcción posibilitó la superación de las inhibiciones, resistencias y temores propios de la adolescencia. Ejemplo de ello fueron las ocasiones en que pudieron, frente al público, leer sus propios textos literarios, mostrar sus dibujos y pinturas, cantar y tocar en un escenario, cuestiones significativas en el campo del arte que completa la elaboración artística con la mirada y la escucha del otro.

8. ¿Cómo favorecen el aprendizaje entre los profesores del centro?

Fundamentalmente los maestros y maestras se forman en la reunión que tienen los viernes todos los trabajadores de la escuela. Esta reunión tiene una duración de tres horas, al inicio se arma un temario con las sugerencias de los presentes y se elabora un registro escrito de la reunión.

En las reuniones participa el equipo completo, participación que se convirtió en condición para poder llevar adelante el trabajo en la escuela. La reunión de los viernes, se considera sostén del proyecto colectivo, parte de la formación, oxígeno para la práctica, espacio para articular las intervenciones, tiempo para poner sobre la mesa las contradicciones.

Lo fundamental es que en estas reuniones revisamos nuestras prácticas y construimos un pensamiento colectivo.

La conversación es la herramienta que usamos para eso, en la que confiamos para producir un nuevo saber, nuevos intentos de respuesta a las preguntas que nuestra práctica plantea. Convencidos, como observa Agamben (2001), que la experiencia puede fundamentar un saber.

«Las reuniones de equipo siempre fueron para mí como tirarme sobre un colchón de plumas. Una red que contiene. Uno descansa en el pensamiento del otro. Luego ese espacio sigue estando cuando estamos solos frente a un alumno. Compartimos la responsabilidad. La autoridad no recae en uno. Es una autoridad colectiva. Tenía la tranquilidad que da la discusión previa. El contenido que elaboramos colectivamente para cada una de las decisiones tomadas.»



Laura, Maestra de Ciclo

La reunión tiene para la escuela valor de tercero, de mediación entre los maestros y los alumnos, ambos comienzan a incorporar una legalidad particular: esperar a lo que se decida el viernes. Un tiempo anterior a la acción, un tiempo de espera. En este espacio-tiempo es forzoso discutir hasta llegar a un acuerdo, para ello todos y cada uno debe dar la palabra propia – como derecho y compromiso– en tanto es la materia con la que se fabrica la escuela.

También hay capacitaciones programadas en distintas disciplinas, una capacitación mensual como mínimo.

9. ¿Para qué se usa la tecnología en su centro? ¿Qué proyectos estáis desarrollando?

La tecnología es usada en función de los proyectos áulicos. Hay una sala de informática donde los estudiantes utilizan las redes sociales, buscan información y llevan adelante proyectos utilizando esta tecnología.

10. ¿Qué proyectos tenéis previsto realizar próximamente? ¿Qué ámbitos de mejora, qué experiencia os ha gustado que queráis implantar?

En este momento uno de los proyectos que estamos desarrollando es el de Soberanía Alimentaria. La Soberanía Alimentaria da prioridad a la producción propia de alimentos de cada región para garantizar el derecho a la alimentación de sus habitantes, preservando el medio ambiente y desarrollando una agricultura sostenible.

El objetivo es desarrollar una huerta orgánica urbana que permita satisfacer parte de las necesidades alimentarias de un grupo de estudiantes de nuestra escuela, en forma saludable, generando vínculos de solidaridad, promoviendo la reflexión sobre las pautas alimentarias y generando instancias de aprendizaje donde circule información significativa.


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