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«Otra realidad es posible -y otro sistema, exigible»

#CalmarEdu nº7: En la sociedad del aprendizaje, una educación concebida como un proceso de selección conduce a una realidad insostenible de pobreza y exclusión.

Hace poco fui a correr tras varios años de orgulloso sedentarismo. La única razón por la que fui capaz de aguantar 10 km es porque un amigo mío se ajustó a mi ritmo y estuvo jaleándome todo el trayecto, diciéndome cuándo venían los tramos duros y dándome consejos para superarlos. Esta pequeña anécdota personal me servirá más tarde para hacer un punto importante.

Este curso hace siete que empecé a trabajar en educación secundaria (luego fue también primaria), siempre en entornos desfavorecidos. Hablo de entornos desfavorecidos porque quiero dar a entender que no han sido favorecidos en recursos y lo hago desde el máximo respeto y admiración por todos los que en ellos viven. En estos años he sido testigo de muchos casos que desafían las narrativas más deterministas y pesimistas con las que muchos ven la educación. Ya sabéis, esas que dicen que no se puede hacer nada (o no mucho) contra el fracaso escolar, que hay los que valen y los que no valen, que hay algunos que no quieren, o no tienen motivación, y que contra eso no se puede hacer nada. Supongo que estas narrativas, con su mentalidad subyacente, explica la inacción de nuestros políticos, y por qué no decirlo de nuestra sociedad en general, respecto al fracaso escolar.

Hace solo unas semanas coincidí con Fátima e Irene, que siete cursos atrás no tenían ninguna perspectiva de graduarse de la ESO y que nunca habían pensado en hacer bachillerato. Ambas han superado sus propias barreras y, sobre todo, las muchas que les ha puesto la sociedad (léase: que les hemos puesto todos) y están ahora en la universidad. Como el de Fátima e Irene podría relatar cientos de casos que he conocido personalmente en estos siete años que desafían la estadística que dice que en España un estudiante tiene seis veces más posibilidades de fracasar escolarmente si su familia está en los últimos cuartiles de renta que si está en los primeros. Siete años trabajando en educación en entornos desfavorecidos me han convencido que las capacidades están uniformemente distribuidas, mientras que los datos nos demuestran que, en España, las oportunidades de tener un buen rendimiento escolar coinciden con las rentas de las familias.

Ser testigo de casos como el de Fátima e Irene produce varios efectos, de los que destacaré dos. El primero, a nivel micro, es que ya nunca puedes dar por perdido a un alumno. Todd Rose, profesor de educación en Harvard y autor de End of Average, argumenta muy convincentemente en este libro que no existe el cuerpo promedio, ni el cerebro promedio, ni el proceso de aprendizaje promedio. Esto lógicamente choca con toda la articulación de nuestro sistema educativo actual, en el cual todo el alumnado debe seguir un temario (en el caso español absurdo en su extensión, pero ese es otro tema; para el que le interese el mismo, le recomiendo el libro Focus: Elevating the Essentials to Radically Improve Student Learning, de Michael Schmoker) e irlo superando en los mismos tiempos y en la misma secuencia. Esto, además, sin dar casi autonomía al alumnado ni flexibilidad en selección de las asignaturas –y luego pedimos que el alumnado tenga iniciativa, sentido crítico y sea creativo e innovador. Y con mecanismos de evaluación normalmente centrados en la regurgitación del contenido. Pero estoy divagando. Haber sido testigo de casos como el de Fátima e Irene, decía, hace que esté convencido de que no se puede dar por perdido a ningún alumno. Porque cada uno tiene su proceso de aprendizaje. Porque cada alumno merece tener a alguien que crea en él (y que disponga de tiempo para conocerle y acompañarle como hizo mi amigo conmigo cuando fuimos a correr; cosa difícil cuando tus alumnos se cuentan por los cientos y no por las decenas) y que le ayude a experimentar el éxito merecido. Y que además de el cómo, le ayuden a desarrollar un porqué o un para qué –no lo podría decir nunca mejor que Antoine de Saint-Exupéry “Si quieres construir un barco, no empieces por buscar madera, cortar tablas o distribuir el trabajo. Evoca primero en los hombres y mujeres el anhelo del mar libre y ancho”. 

El segundo efecto, a nivel macro, es que no puedas dejar de ver que el sistema educativo que tenemos no está pensado para que Fátima e Irene salgan adelante –y que por tanto debemos cambiarlo. Si lo han hecho es por un esfuerzo heroico en primer lugar suyo personal y en segundo, pero igualmente importante, de una serie de profesores que han ido mucho más allá de lo que sería justo pedirles. Y no es justo, a su vez, que el futuro de decenas de miles de alumnos, desproporcionadamente procedentes de entornos desfavorecidos, dependa de esfuerzos heroicos, cuando existen alternativas. No hace falta más que preguntar a los profesionales de nuestro sistema educativo para entender las múltiples demandas de su tiempo que no están centradas en los alumnos. Para darse cuenta que no existen recursos pensados para dar apoyo a los profesores ni a los equipos directivos -ni a su configuración, ni a su formación, ni a su desarrollo, ni al trabajo colaborativo… Para ver que en nuestro sistema educativo no se ponen desproporcionadamente más recursos allí donde más se necesitan ni donde más impacto pueden tener –léase, en ambientes desfavorecidos por un lado y en identificación temprana del bajo rendimiento y recursos de refuerzo por otro, por poner dos ejemplos.  

Acabo deseando a todos los que lean estas líneas que sean testigos de casos como el de Fátima e Irene para convencerles, en lo micro y en lo macro, que otra realidad es posible -y otro sistema, exigible.  

Javier Roglá es fundador de Empieza Por Educar y Director Adjunto de Santander Universidades. Es miembro de la Asociación Educación Abierta.

Aquí puedes leer las 101 propuestas y otros artículos como este. Este artículo forma parte de la reflexión conjunta del proceso Calmar la Educación. Seguiremos publicando otras opiniones de personas relevantes del mundo educativo. Queremos generar un espacio de debate plural y abierto a todas las personas interesadas en la transformación educativa.

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1 Comentario

  1. Myrhi 4 abril, 2018

    Me ha encantado el artículo! Además no podía ser más acertado el simil del corredor. Necesitamos inminentemente un sistema educativo que nos permita ayudar a correr a los sedentarios!

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