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«Los maestros nunca podemos perder la ilusión, el optimismo, la alegría porque de esa actitud dependen nuestros alumnos.»

#CalmarEdu nº19. La enseñanza es, por encima de todo, escucha y generosidad. Lo relevante no es estar, sino estar allí. Transmitir cariño facilita el salto infinito entre saber o no.  

Hay quien dice  que la mejora educativa está fuera de su ámbito de influencia, que esto no hay quien lo cambie y que tiene que venir la administración a solucionar los problemas de la educación en general, y de mi entorno en particular. Esta mentalidad nos puede llevar a pensar que yo no puedo hacer nada para que esto mejore y que todas las dificultades reales que nos encontramos son insuperables y en nada depende de mí su solución. Todos los maestros y profesores somos necesarios. Somos esa gota en el océano de la educación que, sin ser imprescindible, es muy necesaria porque llega al alumno, a cada alumno personalmente.

Una de las claves, quizás la más importante en la mejora de la educación, es ese trato personal del maestro con sus alumnos. Esa cercanía, esa generosidad, ese implicarse, ese saber poner cara a las cosas, esa empatía que nos lleva a saber escuchar con atención, conocer su entorno, sus dificultades, sus puntos fuertes y débiles, es decir, a “ponerse en sus zapatos”, en definitiva, ese “querer” a los alumnos es la verdadera maravilla de la educación.

Transmitir cariño de verdad, es una de las claves en ese salto infinito entre saber o no. Un maestro, un profesor que transmite pasión por el saber, que siembra inquietud por aprender, que fomenta la curiosidad en sus materias, que se ocupa y preocupa de todos y de cada uno de sus alumnos, que ve -más allá de números de matrícula y de expedientes académicos-, personas, vidas a las que hay que ayudar y preparar para “la Vida”, ese maestro o profesor consigue mucho más que cien clases magistrales – que también son importantes-.

Los maestros y profesores somos testigos del día a día de nuestros alumnos, con sus alegrías y tristezas, sus éxitos y fracasos, sus aciertos y errores, y lo más relevante e importante no es estar en general, sino “estar allí” en ese momento concreto en el cual seguro que se nos necesita.

No podemos pasar por la educación como pasa el agua por las piedras, casi sin dejar rastro. Somos esa oportunidad para nuestros alumnos. Los principales educadores de sus hijos son sus padres, pero nosotros les ayudamos en esa parte que nos corresponde, y tenemos esa gran responsabilidad de llegar a tiempo, en el momento oportuno de la manera oportuna.

Educar es un “arte” y tenemos la gran suerte de ser maestros, profesores y en nuestras manos está sacar lo mejor de cada uno de nuestros alumnos. Hacerles descubrir todo su potencial, y con nuestro cariño y dedicación y, contando con su esfuerzo, serán capaces de hacer realidad.

Los maestros nunca podemos perder la ilusión, el optimismo, la alegría porque de esa actitud dependen nuestros alumnos. En ese sentido somos como los payasos, que siempre tienen una sonrisa en los labios y una broma para hacer feliz a los demás. Y no es que no tengan problemas y todo sea maravilloso en sus vidas, pero detrás está la sonrisa de un niño y hacer de su profesión un servicio a los demás.

Hemos elegido una de las profesiones más bonitas y de nuestra generosidad, cariño e implicación dependen nuestros jóvenes, que son el futuro de nuestra sociedad.

Juan José Nieto Romero: Director General de Educación Infantil, Primaria y Secundaria.

Aquí puedes leer las 101 propuestas y otros artículos como este. Este artículo forma parte de la reflexión conjunta del proceso Calmar la Educación. Seguiremos publicando otras opiniones de personas relevantes del mundo educativo. Queremos generar un espacio de debate plural y abierto a todas las personas interesadas en la transformación educativa.
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