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Redes educativas. Horizontes y esperanzas

#CalmarEdu nº88. Los centros aprenden en red: sin redes locales, nacionales e internacionales para compartir y evaluar proyectos y buenas prácticas el esfuerzo por la innovación educativa será ineficiente y difícilmente sostenible.

Si realizáramos un pequeño ejercicio que nos ayudara a tener una mirada panorámica de lo que es nuestra realidad nos encontraríamos con que nuestras sociedades se han hecho cada vez más complejas, pero también que las problemáticas sociales se han profundizado a tal grado que, como dice Armando Bartra, estamos en una crisis civilizatoria(1).  No podemos negar los grandes avances en la ciencia y en la tecnología. Sin embargo, tampoco podemos soslayar las trágicas realidades que experimentan grandes porciones de la población mundial. Hoy en día, la vida resulta menos complicada: toda la información está disponible en una gran enciclopedia virtual, muchas soluciones se encuentran a un clic de distancia, las ciencias de la salud han desarrollado innumerables avances en su misión de controlar las enfermedades, las comunicaciones nos permiten estar conectados con personas y realidades de forma sencilla y podríamos continuar con un largo etcétera. Empero, las realidades de pobreza, exclusión, contaminación, injusticia, inequidad, violencia y marginación cada vez son más evidentes y dramáticas.

La educación, en tanto medio social capaz de construir sociedades, tiene ante sí un reto mayúsculo. Las comunidades educativas han de apostar por encarar de manera profunda y creativa las grandes cuestiones de nuestro mundo; mismas que podemos observar en dos sentidos: el primero, hacia las soluciones que como educadores y educadoras estamos invitados a brindar ante las problemáticas sociales que nos aquejan y, el segundo, en relación a la búsqueda de sentido ante las nuevas perspectivas y formas de vida. Esto, en el entendiendo de que la educación en tanto proceso distintivo del hombre, no puede permanecer indiferente a las realidades y planteamientos existenciales de la humanidad. Ya reza el lema de Terencio: “Nada humano me es ajeno”.

Los dos compromisos de la educación contienen en sí mismos una profundidad compleja que no es fácil de resolver de manera aislada. Sólo colaborando de forma colectiva tendremos la posibilidad de crear estrategias y acciones reales. La magnitud de los retos que tenemos frente a nosotros y nosotras nos obligan a colaborar en red, que no es lo mismo a dar una respuesta homogénea. No se trata de homologar acciones y pensamientos, sino de coordinar prácticas y reflexiones. La generación de redes es condición necesaria para las personas o grupos de personas que busquen transformar la realidad. Sólo por medio de un trabajo en red tendremos la posibilidad de crear una sociedad reconciliada, justa, fraterna y verdaderamente humana (valga la redundancia). La diversidad en sí misma es una riqueza, pero la diversidad puede ser un potencial que nos permita construir soluciones y propuestas. Las diferencias en cada una de nuestras comunidades educativas cuando se ponen a disposición de un proyecto amplio generan un abanico de posibilidades y recursos.  “La problemática que experimentamos supera toda distinción de sexo, nacionalidad, posición, cultura, etc. La crisis atañe a toda la humanidad y requiere la integración y participación de la misma sin importar ninguna diferencia religiosa, ideológica, política, económica y social. En tanto que la crisis es civilizatoria que enfrentamos afecta a todas y todos, debemos procurar resolver el problema de fondo de manera conjunta”.

La generación de un proyecto común para coordinar esfuerzos, recursos y energías resulta imprescindible, pero ¿qué es aquello común capaz de generar un proyecto colectivo? Lo único común de la humanidad es la humanidad en sí misma, entonces la dignidad de la humanidad es aquella referencia común por la que todos podríamos apostar. La innovación, en este sentido, se convierte en la capacidad humana para generar nuevos paradigmas y estructuras capaces de resguardar lo más valioso que tenemos: la dignidad de todo ser humano.

Colaborar en red no sólo nos permite resolver de forma novedosa las grande problemáticas que como comunidad humana tenemos, sino que en sí ya es un mecanismo novedoso de propuesta de una nueva humanidad. Si las diferentes comunidades educativas aprendiéramos a compartir un proyecto común más allá de nuestras diferencias, entonces seríamos signo y evidencia de que una humanidad capaz de cooperar y de ser solidaria ante los grandes retos solidarios es posible.

La propuesta de enfrentar al caos de esta manera ya es en sí una solución contundente ante la crisis civilizatoria que vivimos, independientemente del sinnúmero de acciones concretas que se deben de emprender como sociedad para revertir los efectos de las crisis: El hecho de asumirnos como parte de una comunidad rompe con el discurso individualista moderno. Si asumiéramos que no somos dueños y señores de la creación sino parte de un todo interconectado, la cultura del descarte sería superada por una lógica del cuidado del otro y lo otro.

Todos y todas desde la educación tenemos mucho que aportar a esta sociedad tan lastimada. Sólo cultivando una cultura de diálogo profundo que nos permita consolidar un proyecto común para atender las diversas y complejas situaciones de nuestra sociedad; sólo fortaleciendo las redes y la colaboración podremos asegurar que otros mundos son posibles.

  1. Bartra, Armando (2013) “Crisis Civilizatoria”, Raúl Ornelas (Coordinador), Crisis civilizatoria y superación del  capitalismo, México, UNAM, Instituto de Investigaciones Económicas, pp. 25-71
Mario Lugo: Sociólogo por la Universidad Nacional Autónoma de México, especializado en sociología de la educación por la Universidad Complutense de Madrid. Ha realizado investigaciones sobre análisis de la fragmentación del tejido social y construcción de paz en México, pensamiento político latinoamericano,  violencia en el espacio educativo y recuperación histórica del movimiento campesino posrevolucionario. Colabora en el Centro de Investigación y Acción Social de la Compañía de Jesús en México y facilita cursos de desarrollo humano, discernimiento espiritual y técnicas de meditación. Ha sido profesor adjunto en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales. Actualmente es vicepresidente de la Confederación Nacional de Escuelas Particulares en México. 
 
Aquí puedes leer las 101 propuestas y otros artículos como este. Este artículo forma parte de la reflexión conjunta del proceso Calmar la Educación. Seguiremos publicando otras opiniones de personas relevantes del mundo educativo. Queremos generar un espacio de debate plural y abierto a todas las personas interesadas en la transformación educativa.
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