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«Los centros educativos deberían ser espacios físicamente abiertos.»

#CalmarEdu nº83. El espacio educa. El espacio calma. El entorno, la arquitectura y el mobiliario determinan el proyecto educativo y los procesos de aprendizaje. Los centros educativos deberían ser espacios físicamente abiertos.

Estimados amigos, voy a intentar matizar las cuatro entradas de este punto.

En relación a la primera “El espacio educa”, no puedo estar más que de acuerdo con esta afirmación que utilizo comúnmente en mis coloquios.Todos tenemos experiencias de lugares que nos han transmitido sensaciones y, con ellas, contribuyen a nuestra educación. Un espacio no nos enseña materias curriculares como matemáticas o literatura, pero como indicaré más adelante puede ser un excelente material educativo. Afirmar que el espacio educa tiene más que ver con la diferencia entre habitar una estancia de hotel o una habitación compartida en un piso de estudiantes. En el primer caso, el espacio nos transmite distintos grados de humildad u opulencia, limpieza o nivel de detalles, que se repiten todas las jornadas que pasamos en dichas estancias y que se encargan de definir el personal de dichos establecimientos. En una habitación de estudiante, observamos algo íntimo de nuestra propia personalidad o de la que lo habita. En este segundo caso vemos su hogar, algo suyo sobre lo que decide su usuario. Si queremos que la escuela sea la extensión del hogar debería tener más relación con la habitación del piso de estudiantes, que con una de hotel.

Con respecto a la segunda “El espacio calma”, también tengo que estar de acuerdo. La psicología ambiental ha estudiado este tema en profundidad y hace que esa afirmación pueda analizarse académicamente con datos de muy diversos autores. No dejemos el análisis espacial a los arquitectos y pongamos en valor la aportación de ciencias sociales como la psicología, la sociología y la misma pedagogía, entre otras. Hablar de niveles de sonoridad, de reverberación, niveles de luminosidad o de calidad del aire, han sido analizados no sólo desde esos variados puntos de vista sino también recogidas desde hace muchas décadas por organismos internacionales independientes y por ello buscaré en ellos referencias sobre este asunto. Sobre calidad del aire y salud, el 2 de mayo de 2018, la Organización Mundial de la Salud pública y sobre la propia salud ambiental una interesante página llena de enlaces entre los que podemos encontrar el libro Un entorno sano para niños sanos. Mensajes básicos para actuar. En su página 55 nos indica “El RUIDO es un sonido indeseable. Según se desprende de estudios realizados en Europa, el ruido influye en la salud mental del niño, generando hiperactividad, y puede afectar sus reacciones de estrés y su sensación de bienestar”. No se asusten al leer estas recomendaciones del año 2010, pero es alarmante que no estén presentes en los debates actuales sobre educación. Con razón, como nos recuerda constantemente Francesco Tonucci, ya en 1989 en la Convención sobre los Derechos del Niño los Estados se comprometieron a “combatir las enfermedades y la malnutrición (…) teniendo en cuenta los peligros y riesgos de contaminación del medio ambiente”.

Con las dos últimas entradas tengo algún matiz que hacer. “El entorno, la arquitectura y el mobiliario determinan el proyecto educativo y los procesos de aprendizaje”. Cuidado con las expresiones que muchas veces dicen cosas que no queremos expresar. Yo creo que ninguno de esos actores: entorno, arquitectura y mobiliario, determinan nada y mucho menos los procesos educativos. El ambiente, social y físico, es relevante tanto para un centro educativo como para una oficina, como hemos visto en el punto anterior. Podemos traer a nuestra retina las imágenes de modernas oficinas que acogen a las más innovadoras industrias internacionales, pero asociar esa imagen con sus procesos de trabajo no es una aplicación biyectiva. Yo diría que en caso de tener que generar una relación entre ambos, serían los procesos innovadores, los que reclamarían espacios adecuados para acomodarse con mayor confortabilidad. Pero el espacio no es un asunto de comodidad, tiene más que ver con los derechos de los trabajadores que habitan en dichos ambientes, con la prevención de riesgos laborales que exigimos en nuestros empleos y no reclamamos en los lugares de estancia de los jóvenes de nuestra sociedad. Los espacios tienen relación con los objetivos de las instituciones, como lo tienen en las cárceles o en los hospitales. ¿Qué nos transmite un centro penitenciario con sólo aproximarnos a él? ¿Se imaginan hospitales diseñados sin el concurso participativo del personal sanitario, de las empresas colaboradoras o de los propios pacientes? No dejemos que la arquitectura sea un derecho sólo de aquellos que se la puedan permitir, eso no es educación.

Los centros educativos deberían ser espacios físicamente abiertos. ¿Para qué? Ser abiertos por definición tiene el mismo sentido que no serlo y el sentido hay que buscarlo en la educación. No impongamos modelos abiertos o cerrados como quien impone modas. Los espacios deben ser lo que deseen y precisen que sean los usuarios de dichos espacios, y si no saben por donde empezar sugeriría que sean analizados como un material manipulativo con el que trabajar para ayudar a crecer a toda la comunidad educativa. No pensemos en los espacios como el problema que se presenta a la hora de hacer reformas o definir los planos de un colegio. Los procesos deben de poder ser aprovechados por el alumnado de diferentes cursos. ¿Qué persigue la educación? Si es la instrucción del individuo, hacer del espacio un concepto impuesto no es relevante pedagógicamente. Si perseguimos la socialización del individuo, la concepción democrática de habitar un espacio público que es de todos y sobre el que tenemos deberes y responsabilidades, entonces podremos entender tanto el uso como el diseño de los espacios como instrumentos educativos con los que generar procesos participativos de toda la comunidad académica. Esos espacios, sean físicamente abiertos o cerrados, serán educativos. Si quieren ver más de 80 ejemplos de participación en la definición de los espacios procedentes de 18 países pueden encontrarlos en la I Bienal internacional de educación en arquitectura para la infancia y juventud celebrada en Pontevedra en mayo de 2018 y patrocinada por la Xunta de Galicia, la Diputación y el Ayuntamiento de Pontevedra.

 
Santiago Atrio Cerezo es Arquitecto por la UPM y Doctor en Ciencias de la Educación por la UNED. Actualmente Profesor del Departamento de Didácticas Específicas (Área de Didáctica de las Ciencias Experimentales) de la Facultad de Formación de Profesorado y Educación de la UAM. Director de la Escuela en Arquitectura Educativa de dicha Universidad.
 
Aquí puedes leer las 101 propuestas y otros artículos como este. Este artículo forma parte de la reflexión conjunta del proceso Calmar la Educación. Seguiremos publicando otras opiniones de personas relevantes del mundo educativo. Queremos generar un espacio de debate plural y abierto a todas las personas interesadas en la transformación educativa.
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1 Comentario

  1. Xosé M Rosales Noves 4 septiembre, 2018

    Ludantia I Bienal fue organizada por el Colegio Oficial de Arquitectos de Galicia y cofinanciada por la Xunta de Galicia, Diputación de Pontevedra y Concello de Pontevedra

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