CARGANDO

Buscar...

AEA Todos Educamos Voz Educación Abierta

Expediente académico y el dato «inteligente» #TodosEducamos

No pareciera ser demasiado excitante, ni menos que desborde pasión, destinar una apacible mañana de sábado, un 23 de febrero para ser más exacto, a dialogar sobre un tema en apariencia obtuso como el dato y su relevancia en la educación. “Hijo, yo te sigo queriendo, pero debieras pensarte muy mucho tus prioridades”. Mi madre, siempre tan inteligente en sus comentarios, pudo haber malinterpretado mis palabras sobre lo que se planteaba ese día, aunque más bien se incorporaba a la multitud de candidatos como el que escribe para los que el Big Data, la Inteligencia Artificial, el Learning Analytics o el Deep Learning no dejan de ser neologismos procedentes de mundos esotéricos accesibles únicamente a iniciados de las ramas más duras de lo ingenieril.

Sin embargo, y por activa y por pasiva, los expertos al uso nos comentan que la aparente complejidad del “asunto del dato”, se convertirá en el factor determinante, a corto plazo, de la propia evolución de la Educación, no ya en lo que refiere a temas innovativos, sino en los aspectos esenciales como su planificación, su organización, y, fundamentalmente, su propia finalidad y aspiración última.

Es por ello por lo que el primer gran eje de los 6 que conformaron los grupos de trabajo de esa mañana soleada versó sobre el Expediente Académico y el Dato. Previamente, y como introducción inspiradora y dinamizadora, nos presentaron 5 casos concretos de en dónde y cómo empresas pioneras están trabajando la data para dar servicios a clientes, valor añadido que cubran necesidades y potenciales demandas del sector de la educación a partir del análisis, gestión y uso de los datos generados en plataformas de contenidos, aprendizaje y administración educativas.

El expediente es ese sempiterno tedioso aspecto educativo que todo el mundo académico considera central, pero al que se le muestra escaso cariño y menos atención mediática e interés reflexivo. Al menos, de forma generalizable. Sin embargo, se pudiera afirmar, parafraseando a Kant, que el expediente delimita la pregunta esencial del propósito educativo: “¿Qué es el humano?”. O, al menos, la trayectoria de cada uno de nosotros, como “educandos” en el tránsito obligado académico por el sistema educativo hacia la vida adulta, donde se reflejaría nuestro perfil cambiante y progresivo sobre capacidades, destrezas, aprendizajes, conocimientos, etc., acumulados sobre los años más esenciales en la configuración como personas.

Y de las diferentes conversaciones habidas en los coloquios (de los tres diferentes y complementarios grupos que tratamos este tema) empezaría destacando algo que suena banal pero que nos impactó significativamente: “Cómo ha cambiado el cuento educativo”. Estamos pasando de una identidad académica configurada desde lo que «conocemos», hacia otra que hable más sobre lo que hacemos, cómo lo hacemos, cómo nos vemos y nos ven… y hacia cómo realmente aprendemos, para sintetizarlo en “lo que somos” como seres educandos.

Los tres coloquios versaron sobre preguntas, sí, pero preguntas que continuamente se reformulaban para sugerir por dónde avanzar en acotar los ámbitos de interés y preocupación por los que nos sentíamos interesados y concernidos por el Dato “inteligente” en lo educativo. Y por los perfiles y comentarios lo que menos predominó entre nosotros era uniformidad, y lo que más complementariedad y riqueza en las perspectivas.

Las preguntas se cernieron sobre la relevancia del Expediente, si significa lo que quisiéramos que significase, si sirve para algo más que justificar al sistema educativo, si dice más de lo que creemos, si nos configura o configura lo que seremos…

Pero también sobre si las nuevas «fuentes de datos» nacidas de plataformas e iteracciones tecnológicas, cambiará el mundo de los perfiles de educandos. Si la data profundizará en lo que aprendemos y cómo lo hacemos, si será referente para lo competentes que vamos siendo. Si su empleo será adecuado por parte de los enseñantes, qué compromisos adquirirán, qué podrán llegar a instrumentalizar….

También hubo significativa insistencia sobre las potenciales conexiones que ese “nuevo perfil del educando del mundo digital” tendrá respecto de las oportunidades profesionales en la vida adulta del 2030. De cómo los medios de selección profesional van cambiando aceleradamente; cómo el expediente “analógico” va siendo relativizado, va desplazándose a un segundo lugar, ya que se valorarían cada vez más otros aprendizajes menos formales, más vinculados a las soft skills, las 4 c de las Competencias del Siglo XXI que tanto “encandilarían” a las empresas más competitivas.

Asimismo, se nos insistió, insistimos, en cómo los sistemas educativos, todavía (y esperemos que siempre), tienen una obligación ética de supervisar y controlar los procesos de enseñanza-aprendizaje, donde los límites y el buen uso de la data por parte de otras instancias no académicas se conformarán a partir de las demandas y necesidades surgidas de la Comunidad Educativa en los procesos de educación formal.

A modo de conclusión quedaría por recopilar las cinco grandes cuestiones que abarcarían el conversatorio de los 3 grupos sobre el Expediente y el Dato, con la sana intención de estimular el debate a través de la reformulación de tales 5 preguntas. En ello radica nuestra capacidad reflexiva para lo que está por llegar: en anticipar escenarios, expectativas y deseos de forma colaborativa, y así estar preparados para atinar en las respuestas urgentes que se demanden en el futuro.

Las preguntas serían:

  1. Qué valor real tiene el expediente: ¿Recoge el proceso de aprendizaje real del alumno?  ¿cuál es su “objetividad”, es decir, la representatividad de los datos del expediente sobre el alumno, sus competencias y desarrollo de sus “inteligencias”?
  2. Sobre el expediente y el reflejo de aprendizaje competencial: ¿Cómo conseguir un expediente que mida las competencias en vez de fundamentalmente conocimientos? ¿Y cuáles serían tales competencias: las tradicionalmente consideradas, las requeridas para la sociedad digital…?
  3. El expediente de un alumno, ¿le pertenece a él?: Si es así, ese acúmulo de datos académicos, ¿le ayuda a conocerse mejor para progresar en su aprendizaje?
  4. Sobre el incremento cuantitativo y cualitativo de datos actuales y futuros para el expediente: ¿serán tratados de igual manera que hasta el momento?
  5. Vinculado con lo anterior: ¿trabajan las autoridades educativas en definir cuáles serían los datos relevantes y por qué? ¿cómo plantean supervisar y gestionar (ejemplo: derecho al olvido) las cada vez más determinantes plataformas digitales educativas y su “expediente oculto”?. En resumen, y a medio plazo, cuál será el marco regulador del big-data educativo y su potencial uso mercantil o económico.

Este post es consecuencia de las reflexiones y preguntas surgidas en la jornada «El dato, más allá de la Educación». Fue el primer encuentro organizado por la Asociación Educación Abierta en el marco del proceso «Todos Educamos». Pincha aquí si quieres ver más posts como este.

Etiquetas

Deja un comentario

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.