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Palabras para la acción

El pasado 15 de octubre la Asociación Educación Abierta presentó en el auditorio de la Fundación Francisco Giner de los Ríos el libro Calmar la Educación. Palabras para la acción. El libro, generado a partir del proceso homónimo, ha contado con la participación de 130 personas involucradas e interesadas en la mejora del sistema educativo; 130 personas que han dedicado tiempo y esfuerzo para aportar su experiencia y conocimiento al proyecto que comenzamos hace ya dos años. A todas ellas, una vez más, les queremos agradecer su generosidad y compromiso.

Al acto acudieron más de 150 personas entre amigos de la asociación y personas interesadas en el proyecto que presentamos. Como afirmó el presidente de la asociación, Alfonso González, nuestro único propósito es “hablar de educación sin más, y sin menos, ambición”. El diálogo sosegado debería ser el fundamento de cualquier transformación, por lo que el libro es una reivindicación de la potencia de las palabras: “Decir es inventar. Tenemos que ser capaces de crear, de inventar, al margen de las reglas establecidas para la Educación”. En ese mismo sentido incidió María Rodríguez, vocal de la asociación, definiendo el propósito principal de “Calmar la Educación”: “es un proyecto participativo de reflexión, de conversación respetuosa con todas las opiniones y todas las sensibilidades sobre el proceso educativo”.

El proceso “Calmar la Educación” concluye pero “no queremos que las palabras nos abandonen” -continuó Alfonso González, parafraseando a Bartleby, el personaje de Melville“queremos que las palabras hablen, sabiendo que es falso eso de que el que no tiene nada que decir tiene que permanecer callado. Sobre educación, todos tenemos algo que decir.”, Las palabras entonces tomaron el escenario. Carlos Magro, el mago Magro durante esta gala, las hizo hablar. Comenzaron la conversación “Equipo” (Marimar Santos), “Común” (Fernando Trujillo), “Identidad” (Charo Fernández) y “Cambio” (Nieves Segovia), cuatro palabras fundamentales para reflexionar sobre la necesaria transformación del sistema educativo.

En una primera intervención, los portavoces explicaron la importancia de su palabra. En primer lugar, “Identidad” señaló que, si bien la adolescencia siempre ha sido el momento de la búsqueda de la identidad propia, en nuestra época el reto se ha amplificado pues a los adolescentes “les va a perseguir su huella digital durante toda la vida. Por eso es importante que les enseñemos a cuidarla, a mimarla, a trabajarla”. Por otro lado, “Cambio” defendió su importancia pues, aunque “parece el mantra del siglo XXI, sabemos que hay cosas que deben hacerse de manera distinta para responder a las demandas del s.XXI”. “Común” explicó su significado en la actual coyuntura: “en nuestros centros educativos hay un conocimiento común, colectivo, generado a partir de la experiencia, de la acción, de la resolución de problemas, con más o menos reflexión explícita y con muchos puntos en común tácitos. Es ese conocimiento común el que nos ha permitido levantar un sistema educativo como el que tenemos”. De acuerdo con las intervenciones anteriores, “Equipo” afirma que “la transformación solo es posible en equipo, y este se fundamenta en tres palabras: humildad, generosidad, y confianza en el trabajo del compañero”.

Magro pregunta entonces si los profesores están dispuestos a asumir e impulsar el cambio, ante lo cual Charo Fernández afirma: “tenemos que cambiar desde lo que somos y desde donde estamos” y Nieves Segovia añade que hay que involucrar a muchos agentes y actores, “es importante que se entienda que el sistema educativo tiene que aprender a reflexionar en equipo y hacerlo buscando la identidad del propio sistema, con rasgos diferenciales que sean reconocibles”. Fernando Trujillo introduce en la conversación uno de los grandes retos de nuestro sistema educativo: los problemas de vulnerabilidad. Desde su perspectiva “común” considera que a pesar de todo lo que hemos avanzado: “hay personas en una situación de partida de vulnerabilidad y no hemos conseguido aplicar experiencias para atajarla, no hemos sido capaces de generar ese conocimiento común”.

Muchas palabras importantes, incluidas en el libro, empiezan a aparecer en la conversación, palabras como vínculo, igualdad, conocimiento, etc. Una de las más repetidas es “flexibilidad”, por lo que Magro la invita a subir al escenario para que aporte su punto de vista. Javier Monteagudo, miembro de la asociación, se suma entonces a la conversación: “Hemos pasado, desde hace 25 años, del he venido a hablar de mi libro a hemos venido a hablar de nuestro libro” y, añade, “esto también está pasando con los docentes, el librillo del maestro está cada vez más diluido”. La flexibilidad en el currículo educativo es básica para abordar los retos del sistema, especialmente aquél que invoca “Común”, en torno a la respuesta necesaria ante situaciones de vulnerabilidad: “Si innovamos solo para unos pocos, quizás no estamos haciendo todo el bien que debiéramos a la sociedad”, concluye Monteagudo.

En esta misma línea, emerge la palabra “empatía” y a raíz de ello, Magro pregunta “¿nuestro sistema es empático?”. Para Trujillo, “la empatía es la palabra clave del sistema educativo. Hablamos de inclusión pero no somos siempre somos capaces de integrar. Nuestro sistema tiene la predisposición, incluso la prescripción, de serlo, pero no estoy convencido de que estemos sabiendo hacerlo”. Invocada la palabra, un alumno de Bachillerato sube al escenario para explicar qué entiende él por “empatía”: “Si los alumnos somos capaces de ponernos en el papel de los profesores, que a veces nos cuesta, y si los profesores son capaces de ponerse en el papel de los alumnos, vamos a obtener beneficios en el ámbito escolar”.

Poco a poco surgen nuevas palabras y algunas, como “Respeto” y “Confianza”, suben al escenario. También desde las butacas algunas se atreven a hablar: “Escucha es distinto oír. Escucha es hacerse cargo, es comprender, es fundamental para dialogar, es lo que el alumno quiere, ser escuchado. Escucha es fundamental para educar, escucha es la clave para luego acompañar (…) La educación es un acompañamiento”.

La sesión va llegando a su fin con la palabra vínculo como colofón: “hay muchas propuestas, muchas necesidades… pero la acción comienza estableciendo vínculos”, afirma una persona desde el público. Para finalizar el debate, Magro recuerda una cita de Thomas Bernhard: “La palabra era cien veces más poderosa que el palo” y, añade, “eso es lo que pensábamos cuando empezamos con este proceso para calmar la educación, con estas palabras para transformar la educación”.

El proceso “Calmar la Educación” concluye así tras dos años de trabajo. Sin embargo, comienza una nueva etapa que depende de la acogida de los lectores y del uso que estos hagan de las palabras, porque como nos recuerda al despedir el acto Alfonso González, “seguramente necesitaríamos tantas palabras como alumnos hay en el sistema multiplicadas por el número de profesores. Lo importante es que ahora cojamos estas palabras y las llevemos al diálogo del día a día, para que no sean otros los que nos impongan las palabras.”

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