«Las escuelas en los entornos más desfavorecidos necesitan de los mejores docentes.»

#CalmarEdu nº65. La selección de los profesionales de la educación necesita del tiempo adecuado para la acreditación del conocimiento de las materias y las competencias profesionales docentes.

Me fascinan las tormentas de verano, son piscinas de lluvia. En Viena es frecuente que en las noches de agosto, cuando el calor ha vencido naturaleza y asfalto, las corrientes de aire y la condensación obren el milagro de las nubes negras. Siempre que siento el viento enfriarse y revolver las hojas, calculo la distancia que me separa de los rayos. ¿A qué viene todo esto de las tormentas? La calma no puede sentirse sin el estruendo. Igual que el sonido no habita sin silencio y la vida cobra sentido por la muerte, la calma existe no solo tras, sino por la tormenta.

 

Estamos viviendo un tiempo de tormenta, es primavera y la innovación cala el bosque de lo pedagógico. Buscamos la calma pero será necesario calarnos hasta los huesos… y eso es lo que les están pasando al profesorado y a los estudiantes, están viviendo la tormenta en su plenitud y sin cobijo alguno.

 

Quienes han salido a mojarse bajo la tormenta lo hacen por vida, pasión y amor. Son los profesionales de la educación en la primera fila del batallón, abanderados que transforman la educación, mejorándola, al margen de lo que ocurre en el sistema. Al fin y al cabo maestros ha habido toda la vida, sistemas educativos solo el último siglo… Lo hacen por vida, pasión y amor, como escribe Julio Cortázar en Rayuela: “Lo que mucha gente llama amar consiste en elegir una mujer y casarse con ella. La eligen, te lo juro, los he visto. Como si se pudiera elegir en el amor, como si no fuera un rayo que te parte los huesos y te deja estaqueado en la mitad del patio (…) Vos no elegís la lluvia que te va a calar hasta los huesos cuando salís de un concierto”.

 

Los mejores profesionales de la educación no eligen la tormenta que precede a la calma, se están calando y será gracias a ellos que se construye la calma que disfrutaremos todos. Pero, ¿por dónde empezar? ¿cómo acreditar y dónde colocar a los profesionales más competentes? 

 

Las escuelas en los entornos más desfavorecidos necesitan de los mejores docentes. La gran revolución para la educación del siglo XXI no puede ser la lucha contra el fracaso escolar, sino la cima del éxito para todos los alumnos, sin distinción. A partir de estas premisas, y de todas las necesarias para centrar a los estudiantes y a sus necesidades de aprendizaje en el eje del sistema, podremos ejercer la selección y preparación del profesorado con las competencias docentes necesarias.

 

El punto de anclaje de cualquier mejora nacerá de organizar el sistema educativo a partir de aquellos que dan sentido a su creación: el alumnado. Poner el éxito del proyecto vital de niñas y niños como centro, destino y sentido del sistema.

 

Estamos acostumbrados a organizar los sistemas educativos con la aportación de todos, menos la de los alumnos. Algo la tenemos en cuenta, pero siempre a través de la interpretación de estudios, investigaciones, opiniones…. Quizás porque no les creemos capaces, no les permitimos que nos acompañen, cumpliendo la paradoja de sentirlos incapaces. Absortos en enseñarles mejor podemos llegar a secuestrar su aprendizaje, el que es suyo, el que les pertenece. 

 

¿Cuál es la mejor forma de acreditar a los docentes para poner al alumnado en el centro del sistema educativo?

 

1. La distinción entre formación inicial y formación permanente ha desaparecido. Todo profesional, también el educativo, vive un recorrido vital donde se crece aprendiendo a aprender. Fomentar la formación constante es un proceso más amplio que una intervención o que programas de actividades específicos. Exige combinar procesos formales e informales a lo largo de todas las etapas y los contextos educativos que atraviesa cada profesional.

 

2. Para llevar a cabo un verdadero proceso de formación, un proyecto de crecimiento vital, es necesario construir nuestros portfolios profesionales y vivenciales de aprendizaje. Volquemos el principio, el camino y el desarrollo de nuestra carrera vocacional como educadores. Nuestros intereses y motivaciones, así como nuestros vínculos personales, son clave en las metas formativas que podemos planificar y cumplir.

 

3. La creación de un portfolio y el seguimiento de un proceso de formación continuo y planificado en el tiempo nos permite evaluar y fomentar la calidad docente de nuestra propia formación, adaptando el programa de enseñanza a las necesidades de nuestro centro y evaluando la propia acción de los formadores para seguir con aquellos que lo merecen y evitar perder el tiempo en aspectos que dominamos o que están bien comprendidos en la formación inicial o pasada.

 

4. Al mismo tiempo la formación debe promover el trabajo de equipo entre los maestros, impulsando la cohesión emocional del claustro y participando en una supervisión y evaluación conjunta del desarrollo profesional docente.

 

5. Es conveniente que esta supervisión llegue hasta el mismo pie de aula y los educadores y sus formadores dispongan de oportunidades para reflexionar sobre el trabajo de campo desprendido de la acción formativa, con entrevistas y procesos de acompañamiento insertos en la realidad del día a día en el quehacer educativo

 

6. La formación permanente no siendo entonces, anecdótica, sino constante, necesita ocupar un espacio en la jornada laboral de los educadores, dedicando un tiempo de su trabajo a la propia reflexión y actualización del portfolio y al contacto y entrevistas con los formadores.

 

7. Del mismo modo, la formación permanente no es un proceso esporádico y caprichoso sino que se relaciona con la realidad y necesidades del centro y del claustro de profesores y se adscribe en forma de itinerario con sentido; 

 

8. que además permite obtener una certificación válida y reconocida, no sólo por los ministerios de educación, sino por otras instituciones educativas como Universidades y centros de formación.

 

9. Este modelo de formación permanente personal e inserto en diálogo con el claustro y el centro permite fijar metas, evaluar y rendir de cuentas: los responsables de la formulación de políticas deben garantizar que los líderes escolares tengan criterio para establecer una dirección estratégica y perfeccionar su capacidad para diseñar planes escolares. La formación permanente de calidad permite la distribución del liderazgo educativo en el centro.

 

10. Se trata de abordar sinergias, por lo que los planes de formación deben desarrollar estructuras que permitan a los educadores compartir los esfuerzos y la inversión para maximizar el rendimiento que supera los límites de cada centro por separado creando redes que comparten recursos, también humanos.

 

11. Un extenso conjunto de conocimientos apoyados por la práctica ha permitido a la OCDE identificar el contenido, el diseño y los métodos de los programas de formación eficaces. Éste señala los siguientes factores clave: coherencia del plan de estudios, experiencia en contextos reales, tutoría, instrucción, aprendizaje mutuo y estructuras para actividades de colaboración entre el programa y las escuelas.

 

12. Finalmente, relacionar el sueldo, en sentido ascendente, con la formación y el portfolio docente, permite establecer distintas escalas de compensación económica y de este modo, atraer a más candidatos para la dirección y la creación de grupos de trabajo innovadores en el ámbito de la educación.

 

Me tomo la licencia de terminar con Cortázar: “Me basta mirarte para saber que con vos me voy a empapar el alma.”. Busquémonos para empaparnos el alma en este tiempo de tormenta educativa, solo así lograremos dar sentido a la calma.

 

Alfredo Hernando: psicólogo, educador e investigador. Ha sido redactor jefe de la Revista Educadores y actualmente trabaja en escuela21.