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La tecnología está esterilizando la innovación pedagógica

#CalmarEdu nº32. La pedagogía es antes que la tecnología y no puede ni debe ser suplantada por ella; la tecnología, sin embargo, puede abrirnos caminos y perspectivas insospechadas que nos hagan modificar nuestros planteamientos pedagógicos. 

La tecnología está esterilizando la innovación pedagógica. La tecnología sustituye el cambio verdadero y que importa por el placebo de las pantallas. La educación necesita un cambio de paradigma y la tecnología  apenas propicia cambios cosméticos.

La sociedad decimonónica se construyó sobre el aparato productivo de la fábrica y la máquina de vapor. El diseño de la fábrica era fijo, rígido. El ingeniero diseñaba la fábrica y el propietario del capital necesitaba trabajadores obedientes, puntuales, esforzados, capaces de cumplir órdenes. El niño pasaba de obedecer en la escuela a obedecer en el puesto de trabajo. En la escuela, el maestro. En la empresa, el capataz. El individuo obedecía.

El currículo oculto de la escuela coincidía con los valores de la sociedad.

Ahora la sociedad ha cambiado. Pero la escuela no.

Ahora los medios productivos son flexibles y están dispersos. Primero fueron los motores eléctricos, más flexibles que la fábrica construida alrededor del eje de una máquina de vapor. Luego vino el ordenador. E Internet. Y vendrán las impresoras 3-D. El acceso a la información se ha vuelto ubicuo y descentralizado. El trabajador obediente deja de tener sentido. Para aprovechar las oportunidades se necesita gente despierta, con iniciativa, autónoma.

Mientras tanto, la escuela sigue haciendo que los niños obedezcan al profesor. Bueno, al profesor o, si es un colegio moderno, a alguna Aplicación.

Aunque metas tablets en el aula, los niños pueden ser muy pasivos, dependientes de una autoridad central que tiene las respuestas. Puede llamarse profesor. Pero también  APP, CD ROM o Web. Es lo mismo.

Por supuesto, la tecnología aporta mejoras. Un programa puede adaptarse a las necesidades individuales de un niño. Es como si tuvieras un profesor por cada alumno. Permite adaptar la enseñanza a su ritmo personal. Si hace falta, el niño repetirá las tareas una y otra vez, hasta dominarlas. La retroalimentación es inmediata. Hay informes del avance. Y, por si fuera poco, a los niños les encanta trabajar con pantallas.

Es una mejora. Es como si cada niño tuviera un profesor particular.

Claro que para el taylorismo también sería una mejora que cada empleado tuviera un jefe controlándole individualmente. Y si lo hiciera con la precisión de una máquina, mejor.

Pero mejorar algo no es cambiarlo.

La mejora en la educación no pasa por aplicar los valores de control y supervisión con mayor eficacia. Necesitamos un cambio de paradigma.

El problema es que, mientras los colegios estén satisfechos porque están haciendo “algo” metiendo pantallas en las aulas no se fijará en lo que de verdad importa, que es el método pedagógico. Estamos sustituyendo la verdadera reflexión pedagógica por tecnologías que “molan” y quedan bien en los folletos que entregamos a los padres.

En realidad, para hacer este cambio no se necesita tecnología. De hecho, estamos rodeados de ejemplos de educación maravillosa. Eso es lo que sucede cuando aprendes a jugar a las cartas. O cuando aprendes un idioma. O cuando te incorporas a un puesto de trabajo. O en los proyectos de muchos de los profesores que optan al global teacher prize y que están creando una nueva educación. Pero también sucede en las aulas de los colegios menos mediáticos cuando un profesor transforma un aula en un mercado para que los niños aprendan matemáticas interactuando entre ellos o lleva a los niños de la ESO a dar clases a los más pequeños . O con el método Montessori. O cuando un profesor da clases con la boca cerrada. En realidad, estamos rodeado de ejemplos de una educación maravillosa.

Pero la nueva pedagogía es difícil de poner en marcha a base de kamikazes individuales haciendo la guerra por su cuenta. Dar clases según la nueva pedagogía da trabajo. Mucho trabajo. El profesor innovador tiene que crear sus propios materiales, sus evaluaciones, investigar, buscar ideas… Es como un hombre orquesta haciendo el trabajo que antes hacían los equipos de las editoriales formados por decenas de expertos. Y así cada profesor individual. Todos reinventando las mismas ruedas en una suerte de mito de Sísifo colectivo.

La tecnología debería ser el facilitador de la innovación pedagógica, reducir la fricción para que la nueva pedagogía sea más fácil y amigable para los profesores. Pero hasta en eso está fallando la tecnología.

La tecnología educativa en vez de ayudar, da miedo.

Muchos profesores viven con ilusión la expectativa de meter tecnología en sus clases. Pero otros muchos tiemblan. Es curioso, porque seguramente todos ellos usan la tecnología con avidez en su vida privada.

Para algunos profesores, bastantes, la tecnología educativa lejos de ser una liberación es un problema. Más trabajo. Dudas. Inseguridad. El objetivo de la tecnología en educación es que los profesores lleguen a pensar que “sólo es necesario saber usar internet y una Tablet parar dar una clase que sea una ventana al futuro”.

Pero para conseguir ese objetivo la tecnología debe desaparecer. O, al menos, hacerse invisible. Y, de momento, la tecnología educativa ha seguido el camino contrario.

Casi todas las tecnologías educativas que nos ofrece el mercado son vistosas, luchan por llamar la atención del alumno. Vídeos. Gráficos. Multimedia. Ritmo. Son como ese profesor que lucha por llamar la atención del alumno con todos los recursos a su alcance. Una vez más, el centro de todo es el profesor o la aplicación y el alumno algo secundario. No. La tecnología no cambiará nada en la educación hasta que aprendamos que el protagonista es la persona, no las máquinas. La revolución llegará el día en el que la tecnología educativa se haga transparente y para que las personas puedan verse entre si. Las personas deben comunicarse con otras personas, no con una máquina.

La tecnología debe pasar a un discreto segundo plano y ceder el protagonismo a los propios alumnos. Además, debe hacerlo haciendo la vida del profesor más fácil. Ese día la educación vivirá una primavera maravillosa. Predigo que ese día está más cerca de lo que puede parecer. Y ese día no sería posible sin la ayuda de la tecnología bien entendida.

Antolín García es fundador de conmasfuturo.com y miembro de la Asociación Educación Abierta.

Aquí puedes leer las 101 propuestas y otros artículos como este. Este artículo forma parte de la reflexión conjunta del proceso Calmar la Educación. Seguiremos publicando otras opiniones de personas relevantes del mundo educativo. Queremos generar un espacio de debate plural y abierto a todas las personas interesadas en la transformación educativa.

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7 Comentarios

  1. EDUARDO HUARACOI CABRERA 13 marzo, 2018

    Correcto, la tecnología sólo es una herramienta al servicio de las personas y los profesores debemos ser capaces de centrar la labor educativa en los estudiantes, sin parafernalia tecnológica, haciendo pensar e interactuar a los alumnos.

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  2. JFCalderero 13 marzo, 2018

    Muy buen artículo. Es importante reflexionar en profundidad sobre la Educación; nos jugamos mucho en ello. Creo que os interesará leer: «LA EDUCACIÓN PERSONALIZADA COMO SOLUCIÓN SOCIAL Y AMBIENTAL». http://www.josebarta.com/wp-content/uploads/2015/12/La-educacio%CC%81n-personalizada-como-solucio%CC%81n-social-y-ambiental.-Texto-conferencia-JF-Calderero-19-nov-2015.pdf

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  3. Miguel Hernández Jimenez 16 marzo, 2018

    Como educador considero que las nuevas tecnologías y los distintos servicios que ofrecen pueden ser de gran ayuda para el profesor si se usan de manera adecuada y como una herramienta. Si lo usamos para centrar al alumno en una pantalla no nos servirá de nada, hay que buscar sus intereses ofreciendo tecnologías atractivas y aprovechar para que desarrollen su propia creatividad y dar contenidos de otras asignaturas transversalmente.

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  4. Diego 16 marzo, 2018

    Completamente de acuerdo, las nuevas tecnologías no se pueden ver como la nueva forma de educar, sino como una herramienta que se debe de utilizar de manera inteligente y efectiva con el fin de facilitar el proceso de enseñanza-aprendizaje al alumno.

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  5. Oscar Medrano 16 marzo, 2018

    Gran artículo, ofrece muchos frentes para reflexionar. Me genera cuestiones y diferentes valoraciones al respecto.

    Sin pretender menospreciar ninguna empresa, voy a emplear una frase de un amigo mío informático: «Apple pretende que sus usuarios puedan hacer de todo menos aprender informática».

    Cuando pienso en la tecnología como herramienta dentro de la educación, ¿qué estamos planteando?, ¿un mundo más fácil o menores esfuerzos para los alumnos?. Cuando a un niño le escondemos las calculadoras sabemos que lo hacemos con la intención de que aprenda bien a realizar operaciones antes de tener un facilitador para ellas. Si queremos integrar la tecnología en la educación deberíamos realizar el mismo proceso. No podemos hacer que los alumnos se sumerjan en un mundo de información y progreso tan basto sin tener unos conocimientos previos que lo ayuden a comprender lo que tiene entre las manos y sus dimensiones.

    Con esto quiero decir que la tecnología es el futuro y es necesaria, pero debemos intentar que las nuevas generaciones se eduquen en la tecnología y no solo a través de ella.

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  6. FERNANDO 16 marzo, 2018

    Es una gran idea, ya es hora de cambiar la educación. Se debe conseguir que la distancia entre alumnos y profesores desaparezca, es decir, que los alumnos y el profesor se sientan del mismo equipo. Así la clase fluirá, los alumnos se implicarán en el aprendizaje al sentirse protagonistas y los profesores se centrarán en sacar el máximo potencial y rendimiento de sus alumnos. Por todo esto la tecnología debe ser siempre la herramienta pero nunca la dinámica pedagógica.

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  7. Fanny Paz Salazar 27 marzo, 2018

    Compañeros maestros, la tecnología es una herramienta necesaria como recurso didáctico, pero si no tomamos en cuenta el centro de la educación que es el ser humano nos vale poco, tenemos que a través de procesos metodológicos recrearla y ponerla al servicio de los niños y jóvenes; haciendo que interioricen las competencias necesarias para el desempeño de actividades productivas, asociarla a principios, valores, actitudes, aptitudes y poder razonar inteligentemente para su aplicación en la práctica , es lo que le da un valor agregado a esas valiosas herramientas que tenemos en la mano.

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