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La red, a diferencia de las personas, no olvida

#CalmarEdu nº31. Nuestra misión es ayudarles a construir una identidad digital consistente y a desarrollar en ellos el juicio y la capacidad críticos necesarios para obtener el máximo provecho de las herramientas digitales.

Les enseñamos a mirar bien antes de cruzar, a no hablar con extraños, a ser educados en público, a comportarse, y a miles de detalles que nos parecen importantes para su seguridad, para que nos le pase nada malo, para que no sufran ningún accidente y para que, en definitiva, se incorporen a esta sociedad con garantías, con seguridad.

Esta generación de padres se preocupa de todos los detalles de la educación de sus hijos, visitan las tutorías hasta casi cuando son mayores de edad, los llevan a las revisiones médicas, cuidan su alimentación, las actividades extraescolares, los idiomas… y en medio de todos estos cuidados exquisitos les dan un móvil, les pagan una tarifa de datos y, aunque es verdad que algunos les restringen los horarios de uso, los dejan solos en la red. Los abandonan.

Por otro lado, los medios de comunicación, en su búsqueda constante de la noticia-sensación, nos pinta las redes como lugares perversos, oscuros, llenos de peligros en las que sólo puedes salir mal parado: grooming, bullying, sexting, violencia de todos los tipos, fakes y muchas otras amenazas de las que es complicado librarse.

Y estos niños y niñas cuando llegan al colegio, deben entrar en una especie de realidad paralela, en la que el móvil está prohibido y en las que el acceso a internet está limitado por filtros, proxys, demás medidas de “seguridad” y el profesorado está horripilado por lo que escucha en los medios de comunicación sobre la maldad de la red.

Y por supuesto, la red es un reflejo de la sociedad en la que vivimos. Las herramientas nos son malvadas por sí mismas sino por el uso que hacemos de ellas. Y nos ofrecen tantas oportunidades de compartir, socializar, aprender y comunicar que nos tienen fascinados a adultos y pequeños.

Y mientras tanto, nuestro alumnado, no diferencia entre vida analógica y vida conectada, para ellos su realidad es una, y todo tiene continuidad y es difícil entender esa frontera entre ambos mundos porque para ellos solo existe uno.

Pero son dos. El primero conocido bien por familia, escuela y sociedad, y para los que existen cientos de normas, ojos y personas que les educan día a día, y de manera constante y persistente. Otro, desconocido para las familias, demonizado por los medios  e ignorado por la escuela en el que les dejamos “sólos” y sin criterios, sin ningún manual de uso y ni de supervivencia básico.

Somos responsables. Todos. Debemos asumir con urgencia esa parte de la educación cada uno desde su ámbito. La sociedad cambia día a día y debemos adaptar, y si me apuran, anticiparnos a los cambios, para que nuestros niños y niñas caminen seguros por SU mundo, ya sea en su parte analógica o en su parte digital.

Debemos educar para que sean capaces de construirse de manera segura su propia identidad digital, para que se conviertan en buenos ciudadanos y sepan ser respetuosos, educados, cabales, responsables y capaces en todos los contextos, en todas las realidades, en las dos partes de SU mundo.

La importancia de la identidad digital en nuestra sociedad actual es cada vez mayor, y la gran novedad, es que es casi imposible deshacerse de ella. Su construcción se hace clic a clic, con cada mensaje, con cada réplica, con cada tweet, con cada imagen, con cada FAV, con cada Like…

La red, a diferencia de las personas, no olvida. Si gritas un día en una plaza, aquellos que presenciaron y escucharon tu rabia lo olvidaran con el tiempo. Pero si ese grito se publicó en la red permanecerá para siempre, te acompañará toda la vida, inmutable, idéntico, replicable.

En esta sociedad en la que nuestro yo digital, nos define, nos explica y nos acompaña de manera tan radical no podemos ni debemos mirar para otro lado. Las familias, la escuela y la sociedad debe asumir este nuevo reto y responsabilizarse de la educación de sus niños y niñas para que sean capaces de ser buenos y buenas ciudadanas digitales. Para que su educación sea completa. Para que su educación les prepare para el mundo en el que les ha tocado vivir y que construimos entre todos.

Charo Fernández es profesora de bachillerato desde hace catorce años, impartiendo las asignaturas de Tecnologías de la Información I y II en el colegio Salesianos de Atocha de Madrid. 

Aquí puedes leer las 101 propuestas y otros artículos como este. Este artículo forma parte de la reflexión conjunta del proceso Calmar la Educación. Seguiremos publicando otras opiniones de personas relevantes del mundo educativo. Queremos generar un espacio de debate plural y abierto a todas las personas interesadas en la transformación educativa.

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