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«La Escuela en lo Digital se arriesga a desaparecer si pierde su función y razón de ser en los procesos de Enseñanza-Aprendizaje para la vida adulta.»

#CalmarEdu nº32 bis.El reto ante la emergencia tecnológica es su escolarización. Pasemos de las tecnologías del aprendizaje a las tecnologías para el aprendizaje y la comprensión.

Si hay un término que, de forma insistente, sostenida y rozando lo estereotipado y vacío, sería el de transformación digital. A modo de ejemplificación de lo anterior podría analizarse cualquier contexto económico y empresarial, donde continuamente saltan las alamas por la imperiosa necesidad de sobrevivir al entorno competitivo creciente que los nuevos agentes económicos digitales están generando. Desde el sector financiero, con las fintech, a las tiendas tradicionales de barrio aterrorizadas por el auge del comercio electrónico de los Amazon o AliExpress de turno.

Pareciera que la educación, sin embargo, no estuviera siendo tan directamente afectada. Los centros educativos, de manera masiva, mantienen las prácticas pedagógicas de enseñanza-aprendizaje tradicionales, con una mera pátina de ciertas actividades donde lo digital se presenta, sí, pero por una puerta más “marquetiniana” que otra cosa. Suele afectar, habitualmente, a los ámbitos de gestión administrativa, a herramientas de apoyo documental o comunicativa y a ciertos aspectos amplificados a lo extraescolar. Ni los sistemas de planificación didáctica, ni la orientación curricular marcada por las instituciones académicas, ni mucho menos los agentes económicos esenciales en la educación formal no universitaria (Editoriales, sistemas de formación docente, etc.) parece que hubieran sido afectados por el movimiento sísmico que sí está revolucionando otros sectores. Tampoco las familias requieren o demandan, de forma generalizada, una forma de aprender diferente, amén de querer reforzar ciertas competencias (bi)lingüísticas, actividades extraescolares complementarias o algo vinculado a la robótica y programación, por aquello del impacto mediático de las “empresas code”.

Sin embargo, la pendiente revolución de lo digital en la educación y en el aula se atisba en un horizonte cercano… y, probablemente, esta vez de forma masiva. Ya no solo intervienen la universalización del acceso banda ancha, en buena m edida por la expansión de las bandas 4G (y la esperada 5G), la popularización y extensión del mundo Smartphone desde edades tempranas de preadolescencia o la utilización extensiva en tiempo y espacio de los dispositivos tecnológicos. Todos son elementos que confluyen en una popularización de la así llamada cultura digital en organización y hábitos del día a día (personal y profesional) de la población, ya no restringida al mundo desarrollado o rentas medias altas, sino sin diferenciar geografías o rentas.

Y la marea digital habría de afectar, en estos momentos, a la triple derivada «empresarial» de lo educativo, si se me permite cierta digresión terminológica económica. De tal forma que se requiere se produzca un triple nivel de transformación según tales agentes:

– Transformación de “Grandes Cuentas”, de las entidades públicas que organizan, regulan, estructuran, inspeccionan los sistemas de enseñanza. 

– Transformación de “Pymes”, en nuestro caso, del centro escolar: sus recursos humanos, organizativos y directivos.

– Por último, y lo más fundamental: la transformación referida a “particulares”, a clientes intermedios o finales de lo educativo: alumnos y familias, que habrán de desarrollarse, estar, trabajar y vivir en el nuevo ecosistema.

Todas estas transformaciones, cómo no, están interrelacionadas. De tal forma que:

– Sin que las Administraciones Educativas posibiliten un entorno amable para que las escuelas puedan avanzar en su reorganización y desarrollo digital difícilmente éstas podrán desarrollar buen desempeño. Ello pasaría por la revisión de procesos (¿existe la nube para las AAPP?), cambio de funciones en la administración (menos prescriptiva e interventora y más facilitadora y mentora), modos diferentes de planificar la evaluación académica y docente, con el factor de innovación como enfoque clave, no mero añadido (¿Qué tipos de reportes y actuaciones se evalúan en el desempeño de centros y docentes?), etc. que requiere redefinir en profundidad las políticas públicas hasta la fecha definidas.

– Sin unos Centros Educativos con autonomía y corresponsabilidad suficiente, amparados por las citadas políticas públicas, no es posible que puedan realizar la indicada adaptación a un ecosistema nuevo, llamado «digital». Y lo primero es concienciarse internamente del reto, no concernido meramente a la inclusión de lo tecnológico en ciertas actividades, sino de apertura al nuevo entorno, donde cambia radicalmente el papel institucional del Centro Educativo.

La entidad de socialización de la infancia y adolescencia, con capacidad formativa en conocimientos y valores, y con la finalidad de trabajar en la “conclusión de una etapa de crecimiento y maduración” (por la que se titula) pasa a ser la «lanzadera para el aprendizaje para toda la vida”. La sociedad digital cambiante, flexible, que exige una readaptación continua al cambio implica una nueva mirada al aprendizaje y formación. La Escuela en lo Digital, se arriesga a desaparecer si pierde su función y razón de ser en los procesos de Enseñanza-Aprendizaje para la vida adulta.

– Por último, el cliente final: niños y adolescentes… y sus respectivas familias. Afectados y enfrentados a cambios acelerados en hábitos, referentes, dinámicas de relación, infoxicación compleja, etc. Lo digital es su gran riesgo… y oportunidad. Su adaptación al nuevo ecosistema requerirá de una readaptación (y creación en otros momentos) de habilidades y competencias para vivir, interrelacionarse y trabajar en el nuevo entorno.

Una focalización en competencias emergentes que requiere de una reformulación curricular desde los e-skills, combinadas con las habilidades para una vida adulta. Sin un entorno escolar donde ello se potencie y se valore, resultará enormemente complicado que la familia asuma su nueva función en el emergente entorno de aprendizaje. A modo de ejemplos: ¿qué queda de los deberes en el mundo del aprendizaje invertido? ¿Dónde los límites del aprendizaje, escolar versus extraescolar (como nos lo recuerdan proyectos como https://www.educacio360.cat/)? Cómo se combinan los procesos de aprendizaje complementarios y continuos en los miles de espacios y tiempos de la Sociedad Abierta (y que exigen manejar y trabajar con lenguajes y culturas muy dispares)?.

Retomando el tema de disertación: el reto de la educación sigue siendo ilustrado. En “qué es la Ilustración –iluminación racional” I. Kant hablaba de la imperiosa necesidad de abandonar la minoría de edad como fin aspiracional (usando la terminología más al uso de nuestros contemporáneos) de las personas, las instituciones y la sociedad como un todo. La emergencia actual pareciera ser la disolución de una educación de referencia robusta, ante los acelerados cambios del entorno, cada vez más “blended”, y que nos exige una transformación profunda a dichos tres niveles indicados.

El pensamiento crítico, la capacidad empática de entender al diferente, la flexibilidad de adaptación a lo cambiante, las habilidades de trabajo en equipo, saber comunicar en entornos transmedia, así como crear tal tipo de contenidos digitales, interactuar con el mundo de más máquinas y, más si cabe, con el mundo de una inteligencia cada vez menos “natural”… nos posiciona como humanidad con cierto temor a un mundo desbordantemente desconocido. De la comprensión de este fenómeno, o más bien, de ensayar y arriesgarse en nuevas formas de aprender y comprender, para bien vivir y “nadar en el océano de lo digital” dependerá de la supervivencia sana, autónoma y creativa de los ciudadanos del 2030.

Queda lo más desafiante: que la Comunidad Educativa asuma el reto como lo que es… un camino de incertidumbre y riesgos donde merecerá la pena el proceso de aprendizaje compartido y continuo sin referentes universales y estándares únicos.

Javier González: Licenciado en Filosofía por la Universidad de Salamanca y en CC. Económicas por la Universidad Autónoma de Madrid. PDD en IESE Business School y Master en Dirección de Empresas y RRHH por la Universidad Complutense.  Actualmente trabaja como Gerente en la Fundación Telefónica en Innovación Educativa, tras 15 años en distintos cargos en el Grupo Telefónica. Ha sido educador Voluntario en distintas Asociaciones y ONG: Norte Joven, Cáritas Diocesana, Marillac…En los inicios de la Comisión del Mercado de Telecomunicaciones fue Técnico de la Dirección de Análisis Económico.

Aquí puedes leer las 101 propuestas y otros artículos como este. Este artículo forma parte de la reflexión conjunta del proceso Calmar la Educación. Seguiremos publicando otras opiniones de personas relevantes del mundo educativo. Queremos generar un espacio de debate plural y abierto a todas las personas interesadas en la transformación educativa.
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