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«El objetivo real es la monetización del tratamiento de la actividad y datos de los alumnos.»

#CalmarEdu nº29. Los datos de los procesos de aprendizaje de los alumnos deben estar fuera del comercio y la especulación. Desde la escuela hay que limitar la sobreexposición digital de los menores.

Si hemos tenido la oportunidad de leer la extraordinaria novela histórica El nombre de la Rosa que su autor, Umberto Eco, ubica en el siglo XIV, recordaremos que las abadías constituían por aquél entonces uno de los pocos lugares que guardaban el conocimiento de Occidente. Sin embargo también representaban el difícil y selecto acceso al mismo. Parte de la sabiduría de los siglos pasados se había conservado, aunque a costa de un alto precio: sólo unos pocos privilegiados tenían derecho a ella.

La aparición de la Sociedad de la Información a finales del Siglo XX supuso un giro copernicano. El conocimiento se distribuyó en cientos, miles de sitios, y las posibilidades de acceder se hizo extensiva a cada individuo, que a golpe de un simple clic podía recibir en su dispositivo personal prácticamente toda la información que la humanidad había generado en su historia.

Internet fue el vehículo que propició y facilitó el rápido y profundo cambio social que se avecinaba en los comienzos del Siglo XXI. Nuevas formas comerciales, nuevos modelos de trabajo, nuevos paradigmas de comunicación e interacción social e, incluso, nuevas metodologías de enseñanza y aprendizaje en la escuela son el resultado evidente de la transformación en todos los órdenes que Internet ha provocado en la sociedad actual. Ha contado para ello con un valioso compañero de viaje: el avance tecnológico en los dispositivos de acceso. La posibilidad de estar conectados en todo momento y hacerlo mediante tecnologías cada vez más antropomórficas (tamaño adaptado a nuestra mano de los dispositivos, interfaces de comunicación humana, etc.) han constituido el catalizador de una reacción prácticamente nuclear.

Otro elemento clave en este efecto expansivo ha sido la estrategia de monetización desarrollada por los llamados proveedores de servicios a usuarios. Inicialmente orientada hacia el binomio precio/servicio, que implicaba un coste económico para el usuario, es rápidamente abandonada y se produce otro giro radical: datos personales a cambio del servicio.  Los proveedores ofrecen servicios «gratuitos» con una disimulada y en muchas ocasiones oculta política de recolección de información de la actividad para usos más allá de los confesados.

Surgen así infinidad de servicios “gratuitos” de compañías privadas: cuentas de correo en las que se guardan todos nuestros mensajes a amigos y familiares; almacenamiento para nuestras fotos, vídeos, documentos; redes sociales en las que verter nuestras opiniones, comentarios, ideas; aplicaciones de juegos y educativas, etc.

Nuestros datos personales (nombre, dirección, edad, lugar de residencia, etc.), nuestra actividad (dónde estamos en todo momento, qué lugares frecuentamos, con quién nos relacionamos, qué webs consultamos) y nuestras opiniones (qué decimos, qué nos interesa, qué leemos, qué vemos, etc.) se constituyen desde este momento en el petróleo de la economía de esta sociedad de la información (1).

¿Y cuál es entonces la manufactura que realiza la nueva industria sobre esta nueva materia prima? Muy sencillo: el tratamiento mediante tecnologías como el Big Data que, a través algoritmos que analizan los millones de datos generados con nuestra actividad, permiten crear perfiles de cada uno de nosotros (2,3).

Estos perfiles tienen una conocida y directa aplicación en la publicidad (tal vez el único objetivo reconocido explícitamente por la industria), pero se nos han ocultado otros usos que en los últimos tiempos comienzan a conocerse. Los perfiles de personalidad podrán ser utilizados para decidir sobre un puesto de trabajo (4), los perfiles sociales para decidir sobre un crédito bancario, una póliza de seguro o el acceso a un país (5), los perfiles ideológicos para decidir e incluso influir en nuestras convicciones políticas y electorales (6).

Calculemos ahora la ingente cantidad de datos y actividad que puede generar un alumno a lo largo de su vida escolar en la escuela de la sociedad de la información. Sus trabajos, sus producciones, las anotaciones y valoraciones de sus profesores, la actividad de comunicación que ha realizado, sus contactos, etc. etc. Es fácil deducir la explotación a que puede ser sometida esta inmensa cantidad de información con las tecnologías de Big Data y la Inteligencia Artificial, a lo que se añadiría la «riqueza» de una información personal en evolución desde los primeros momentos escolares de un alumno hasta su salida del sistema educativo.

Y seguidamente hagámonos la pregunta: ¿quién tiene esta información de cada alumno? ¿Es tal vez una compañía privada que ha facilitado el uso gratis y «desinteresado» de sus servicios? Añadamos otra pregunta más: ¿por qué están interesadas las grandes empresas tecnológicas en ofrecer sus servicios «gratis» a la escuela? (7), ¿es un objetivo de compromiso social por su parte? Claramente consideramos que no, que el objetivo real es la monetización del tratamiento de la actividad y datos de los alumnos.

En estos días hemos conocido que Edmodo, el entorno de aprendizaje utilizado de forma “gratuita” por más de 90 de millones de alumnos en el planeta, ha sido adquirido por la empresa china NetDragon por 137 millones de dólares (8). ¿Cuál es su interés en esta compra? Desde nuestro punto de vista resulta evidente: los miles de millones de datos que los alumnos han generado.

Hace unos meses la EFF (Electronic Frontier Fudation), prestigiosa organización sin ánimo de lucro para la defensa de las libertades civiles en la sociedad digital (9), planteó a la Comisión Federal del Comercio (FTC) y el Departamento de Educación (DOE) de Estados Unidos su preocupación sobre el impacto que la utilización de las tecnologías podían tener en la privacidad de los alumnos (10). En un informe previo, con el sugerente título «Spying on Students: School-Issued Devices and Student Privacy» (11), la EEF analizó 152 servicios de tecnologías para la educación ofrecidos por compañías privadas que en su mayoría se prestaban gratuitamente.  La principal conclusión de esta investigación de dos años fue que la generalidad de estos servicios tenían notables carencias en la protección, retención y políticas de cesión de datos a terceros. Unos años antes (2015) la EEF ya había llevado a la FTC una demanda contra Google por recoger, sin el consentimiento de los padres, datos de los alumnos y su actividad más allá de los necesarios para los objetivos educativos (12).

Consideramos, pues, de vital importancia proteger la privacidad de toda persona, pero de forma prioritaria la de aquellos más indefensos como son los alumnos. Este principio adquiere mayor relevancia si tenemos en cuenta que la práctica de recogida de datos por los servicios «gratuitos» de compañías privadas se realiza sobre datos sensibles que se generan durante todo el proceso educativo/formativo del niño y que, además, quedan de por vida en manos de dichas compañías privadas que podrán explotarlos directamente o cederlos a terceros.

La mejor garantía de protección sería excluir dichos servicios privados, bien sean “gratuitos” o con precio, de los ámbitos educativos. Las administraciones educativas o incluso los propios centros escolares habrían de ofrecer entornos en los que el almacenamiento y control directo de los datos se ejerciera por las propias instituciones.

Referencias

  • (1) ¿Es la acumulación de datos el petróleo del siglo XXI?… Piénsalo de nuevo. (http://www.bbc.com/mundo/noticias-41600755), octubre, 2017.
  • (2) Private traits and attributes are predictable from digital records of human behavior by M. Kosinski, D. Stillwell, T. Graepel, Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS), 2013.
  • (3) Computer-based personality judgments are more accurate than those made by humans by W. Youyou, M. Kosinski*, D. Stillwell, Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS), 2015
  • (4) Así te buscan las empresas en las redes sociales (http://www.expansion.com/emprendedores-empleo/desarrollo-carrera/2016/02/17/56c4c25646163f86148b4612.html), 2016.
  • (5) Trump administration approves tougher visa vetting, including social media checks (https://www.reuters.com/article/us-usa-immigration-visa/trump-administration-approves-tougher-visa-vetting-including-social-media-checks-idUSKBN18R3F8)
  • (6) El Brexit no habría sucedido sin Cambridge Analytica (https://elpais.com/internacional/2018/03/26/actualidad/1522058765_703094.html)
  • (7) Ahora Facebook también quiere ser una plataforma de aprendizaje online (https://www.genbeta.com/actualidad/ahora-facebook-tambien-quiere-ser-una-plataforma-de-aprendizaje-online)
  • (8) China’s NetDragon to Acquire Edmodo for $137.5 Million (https://www.edsurge.com/news/2018-04-09-china-s-netdragon-to-acquire-edmodo-for-137-5-million)
  • (9) It’s Time to Make Student Privacy a Priority (https://www.eff.org/deeplinks/2018/01/its-time-make-student-privacy-priority), 2018.
  • (10) Student Privacy and Ed Tech and P175412 (https://www.ftc.gov/system/files/documents/public_comments/2017/11/00034-141966.pdf), Noviembre, 2017.
  • (11) Spying on Students: School-Issued Devices and Student Privacy https://www.eff.org/wp/school-issued-devices-and-student-privacy
  • (12) https://www.eff.org/document/ftc-complaint-google-education

Felipe Retortillo Franco: Doctor en Psicología del Aprendizaje, inicia su relación con las tecnologías y la educación a finales de los años 80, dirigiendo “INFODIDAC. Revista de Informática y Didáctica”. Posteriormente dedica su atención a las posibilidades que las tecnologías brindan a los alumnos con discapacidad como ventana de acceso a la comunicación y el aprendizaje. En los últimos años ha formado parte del equipo técnico que ha gestionado la plataforma tecnológica de servicios educativos de la Comunidad de Madrid.

Aquí puedes leer las 101 propuestas y otros artículos como este. Este artículo forma parte de la reflexión conjunta del proceso Calmar la Educación. Seguiremos publicando otras opiniones de personas relevantes del mundo educativo. Queremos generar un espacio de debate plural y abierto a todas las personas interesadas en la transformación educativa.
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