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Aprendemos dialogando #CalmarEdu

Cambiar el escenario del debate educativo, dar voz a los alumnos y a las familias; implicar a los actores tradicionales y a los emergentes (profesionales de la educación, titulares de los centros, compañías tecnológicas, editores…) en este diálogo; hallar una visión conjunta; reflexionar, conversar, abrir el debate a la sociedad. 90 preguntas en 9 mesas y +100 personas en el diálogo #CalmarEdu de la jornada del 17 de junio: reflexión y debate, aprendizaje y emoción.

Las diez preguntas de la mesa Aprendemos dialogando abrían la conversación en torno a la necesidad de, entre todos los actores clave, evolucionar el modelo actual, pues solo esa visión conjunta permitirá ampliar el debate habitual, encontrar otras posibilidades o cuestionar tópicos. En las preguntas de Aprendemos dialogando buscábamos un eje vertebrador, el alumno, como objetivo central del sistema, para abordar también aspectos relacionados con el papel de la escuela el desarrollo de habilidades que permitan enfrentarse a un mundo incierto, con qué herramientas cuenta y cómo éstas pueden ayudarnos a conseguir un aprendizaje activo y participativo.

  1. ¿Para qué ir a la escuela en el siglo XXI? ¿Responde la escuela a la importancia de adquirir habilidades que permitan resolver problemas desde múltiples perspectivas? ¿Cómo puede la escuela de hoy dotar a los alumnos de la competencia y la confianza para afrontar la incertidumbre?
  2. ¿Qué decide el alumno en su proceso de aprendizaje? ¿Cómo conseguimos que el alumno pase de sujeto pasivo a sujeto activo y participativo: alumnos curiosos, autónomos, dispuestos al cambio, innovadores?
  3. ¿Cómo formalizamos el aprendizaje entre pares? ¿En qué momentos tiene sentido y cómo se puede combinar con otras metodologías o herramientas?
  4. ¿Cuáles son los límites de la automatización del aprendizaje? ¿Cuáles son los peligros y las ventajas de la automatización? ¿Cómo combinamos automatización y las habilidades y competencias que necesitan nuestros alumnos?
  5. ¿Cómo facilitamos el desarrollo social y laboral de los alumnos? ¿Puede la educación ayudar a alinear el crecimiento exponencial de la tecnología con las necesidades sociales y laborales?
  6. ¿Cómo adecuamos el aprendizaje a la personalidad de cada alumno? ¿Tienen los docentes herramientas que les permitan esta adecuación? ¿Cómo incorporar en la escuela lo que realmente les pasa a los alumnos?
  7. ¿Cuál debe ser el periodo de educación obligatoria?
  8. ¿Cómo incorporamos en la educación el ritmo intrageneracional (Enguita) ante la aceleración del cambio, y su alcance cualitativo y cuantitativo para una misma generación?
  9. ¿Cuál es o cuál debe ser la convivencia entre la escuela y la proliferación de actividades, medios, dispositivos y entornos para la enseñanza fuera de ella, y procedentes de diferentes actores no educativos?
  10. ¿Cómo contribuye la tecnología a la transformación de la educación?

A lo largo de tres sesiones en las que participamos alumnos, docentes, padres y madres, inspectores, empresas… se lanzaron ideas y tendencias, preocupaciones y consideraciones en torno a 4 grandes áreas:

  1. El diálogo como necesidad: solo es posible el diálogo si todos los actores ejercen la escucha activa, y para ello es importante contar con canales de comunicación específicos (y las TIC como herramienta de comunicación pueden aportar instrumentos concretos), espacios definidos, y fomentar conversaciones guiadas y mediadas, con determinados protocolos de participación.
  2. Habilidades y competencias: dejando de lado que los alumnos manifestaron su desconocimiento de qué son las competencias (¿deberíamos revisar el vocabulario? ¿tendremos que acercarnos más a su realidad?) aprender a aprender, aprender a pensar y aprender a desaprender se definieron como las competencias básicas para el logro de todas las competencias clave y para el aprendizaje permanente que se produce a lo largo de la vida y que tiene lugar en distintos contextos formales, no formales e informales, al tiempo que los alumnos manifestaban su rechazo por la memorización como única técnica de aprendizaje. No quedó fuera de esta mesa la reflexión sobre las competencias y la necesidad de conseguir un alineamiento real y efectivo entre la escuela, la sociedad y la empresa.
  3. La escuela: alumnos y familias manifestaban una falta de proceso democrático tanto para las familias en el caso de querer elegir centro en función del proyecto educativo o del equipo docente, como para los alumnos que se ven enmarcados en obligaciones y no tanto en derechos. En la demanda de una escuela participativa, activa, creativa y tecnológicamente competente la apertura de las escuelas, la ruptura de paredes, la incorporación de dinámicas más horizontales, la adopción del reto, la experimentación o el error como estrategias de aprendizaje, la tolerancia hacia la incertidumbre , la conexión de la escuela con la vida o la escuela como espacio de cuidados aparecían como los grandes retos que, ya incorporados en un cierto número de escuelas, deben extenderse al resto. La importancia que en todo lo relacionado con la escuela puede jugar la autonomía de los centros quedó también patente en la mesa.
  4. Los alumnos: los propios alumnos están preocupados por la excesiva atención prestada al desarrollo cognitivo en detrimento del desarrollo personal y emocional, al tiempo que los docentes proponían los principios de la slow education como fórmula para alinear la aceleración del cambio y las necesidades particulares de cada alumno. De hecho, hubo en la mesa varias aportaciones relacionadas con los valores que promueve la slow education y su valor para los alumnos: la alfabetización ecológica, la creatividad (que en verdad fue una habilidad constantemente mencionada en las diferentes sesiones y no solo aplicada a los alumnos) y la adquisición del conocimiento a través del cuestionamiento de argumentos, la escucha y el debate. La importancia de incorporar metodologías activas como fórmula para conseguir un alumno motivado, la personalización del aprendizaje o el fomento del aprendizaje eficaz frente a la competitividad estuvieron también presentes en la reflexión.


En la sesión de la tarde todas estas aportaciones se convirtieron en propuestas de acción. Comidos e hidratados, volvimos a sentarnos en torno a la mesa alumnos, madres y padres, empresa y una interesante variedad de perfiles para acabar proponiendo:

  1. Construir juntos: construir de forma colectiva las claves y fomentar el aprendizaje cooperativo en alumnos y docentes.
  2. Fomentar la incorporación de metodologías que tengan en cuenta a cada alumno de forma individual, promoviendo estrategias enfocadas al desarrollo de habilidades como la creatividad, la flexibilidad o la resiliencia e incentivando fórmulas de trabajo que primen prueba y error.
  3. Con respecto a los docentes también se abogó por fórmulas que aprovecharan el diálogo como la mentorización de los nuevos docentes, la apertura de las aulas a la entrada de compañeros, o apostar por un modelo de tutoría más activo y más participativo (docente-docente y docente-alumno).
  4. El diálogo también ha de estar presente en la relación de familias y centros: apostar por canales de comunicación TIC, mayor transparencia del centro hacia la comunidad y la creación de un foro periódico para centros educativos, docentes y familias.

Queda por tanto agradecer a todos los participantes en esta mesa sus ideas, sus aportaciones y sus reflexiones en un debate intenso, ilusionado y con recorrido. Todos aportaron pero quisiera mencionar de forma especial a los alumnos, a los que casi nunca se escucha, y que como pudimos observar tanto y tan claro tienen que decir. Fue una jornada vivida con entusiasmo por parte de todos.


Coordinadoras:

Isabel Andrade @iandradega
Manuela Lara @manuelalara

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