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«En los últimos años, la “sociedad de la información” se ha desvinculado de la “sociedad del conocimiento y del aprendizaje”»

#CalmarEdu nº97. Las formación vocacional y académica tienden a confundirse en la sociedad del aprendizaje.

El término “Sociedad del Aprendizaje” fue utilizado ya en 1968 por Robert Hutchins, en un libro titulado de la misma forma. Siguiendo a José Antonio Marina se puede afirmar que el aprendizaje “es el recurso de la inteligencia para sobrevivir y progresar en un entorno cambiante”.

Stiglitz y Greenwald afirman que “la transformación hacia las sociedades del aprendizaje que ocurrió alrededor del año 1800 en el caso de las economías occidentales y, más recientemente, en el caso de las asiáticas, parece haber tenido un mayor impacto en el bienestar humano que las mejoras en la eficiencia en la aplicación de los recursos o en su acumulación”. Parece lógico, por lo tanto, que la creación de una sociedad del aprendizaje se convierta en objetivo central tanto de los individuos como de los gobiernos a nivel macro.

Ya en 1959, Peter F. Drucker hacía referencia a los trabajadores del conocimiento, que darían lugar a una sociedad del conocimiento en la que sería este último el determinante más importante de la productividad, del crecimiento e incluso de las desigualdades sociales.

En sus orígenes, los términos “sociedad de la información” y “sociedad del conocimiento y del aprendizaje” eran utilizados como sinónimos haciendo referencia a cambios tecnológicos y económicos relacionados con las TIC que condicionan las estructuras económicas y sociales. En los últimos años, la “sociedad de la información” se ha desvinculado de la “sociedad del conocimiento y del aprendizaje”, dándose un paso adelante en la conceptualización de estas últimas. Así, se afirma que la actual sociedad del aprendizaje no está basada en el progreso tecnológico sino en el conocimiento. Aparece el “conocimiento”, según Krugër, como “principio estructurador de la sociedad moderna”. Como ya afirmara Lyotard en La Condición Postmoderna (1979), “el saber es y será producido para ser vendido, y es y será consumido para ser valorado en una nueva producción: en los dos casos, para ser cambiado. Deja de ser en sí mismo su propio fin, pierde su “valor de uso”. Para Lyotard el saber es el envite mayor “en la competición mundial por el poder”.

En esta misma línea, algunos autores redefinen la ventaja comparativa, afirmando que la dotación esencial de un país reside en su capacidad de aprendizaje, que está condicionada no solo por su conocimiento en sí mismo, sino también por aquel que tiene sobre el aprendizaje y sobre su capacidad para aprender. Sin embargo, es en la sociedad del aprendizaje, del conocimiento, donde surge su propia paradoja, que reside en sus incertidumbres, sus dilemas, etcétera. Así, el sociólogo Stehr hace protagonistas a los avances tecnológicos y científicos de la fragilidad de la sociedad del conocimiento actual. Krüger, en relación a lo anterior, afirma que “mientras los conocimientos aumentan con gran rapidez, el saber de lo que no sabemos aumenta con velocidad aún más vertiginosa. Por lo tanto, uno de los rasgos de la sociedad del aprendizaje es el aumento de las zonas de incertidumbre convirtiendo la ignorancia -entendida como el desconocimiento del “no conocimiento” en incertidumbre- entendido como el conocimiento del “no-conocimiento”. Sobre ese aprendizaje a lo largo de la vida descansa la Recomendación del Parlamento Europeo y del Consejo de 18 de diciembre de 2006 sobre las competencias clave para el aprendizaje permanente.

Y es en este marco donde aparece la antinomia entre la formación vocacional y la académica, que se remonta a la Grecia Clásica. Aseguraba Platón que todos no nacemos con el mismo talento y tenemos más disposición para hacer una cosa que otra. Señalaba Aristóteles que se debe diferenciar entre el gusto y la obligación al elegir una profesión. Etimológicamente, el término vocación procede del latín vocatio, que deriva de vocare, como acción de llamar o ser llamado. El uso inicialmente religioso del término transcendió al ámbito laboral, haciendo referencia a profesiones con altos niveles de compromiso como médicos, maestros o enfermeras.

Foucault, en una entrevista que concedió en Vermont en 1982, se definía como profesor antes que escritor, intelectual o filósofo. En esta entrevista confiesa que su intención no es mostrar el camino de la libertad sino transmitir que esa libertad está menos determinada de lo que los individuos piensan. Pese a que Foucault se está refiriendo a la arbitrariedad de los sistemas educativos, de su observación también podemos inferir que la formación vocacional cobra un lugar prioritario frente a la académica.

Mucho antes, Juan Huarte de San Juan, en su Examen de ingenios para las ciencias (1575), hacía referencia a la especialización de las personas en función de su naturaleza y su tipo de inteligencia. Llegaba a afirmar que los problemas sociales de su época eran consecuencia, en su mayoría, de una inadecuada opción profesional.  

Valentín Martínez-Otero en “Investigación y reflexión sobre condicionantes del fracaso escolar” define el “interés vocacional-profesional” como “atracción o inclinación hacia un campo laboral” y afirma que éste “condiciona la elección, la satisfacción y la continuidad en los estudios conducentes a una profesión y en el ejercicio de la misma”.

La formación vocacional aparece vinculada a las preferencias (Holland, 1959), a los intereses (Super, 1967), al querer ser (Rivas, 1998), a los intereses expresados (Hernández, 2004) o a la manifestación de las aspiraciones personales (Núñez, 2005). Sorribes y Villanueva (1995) definen las preferencias vocacionales como las variables que influyen en las decisiones de las personas sobre su dedicación futura, que en la edad adulta se manifiesta mediante la realización de una profesión. Sin embargo, la referida formación vocacional no debe verse supeditada a una formación académica diferente a la primera, fruto de la adecuación de ésta a los inciertos requerimientos de la imparable variabilidad de la sociedad del aprendizaje. Asimismo, estudios correspondientes a diferentes niveles educativos -ESO, FP, estudios universitarios- muestran una clara correlación positiva entre la elección de la formación bajo criterios vocacionales sobre el rendimiento en los mismos. En particular, la investigación elaborada por Díaz Barajas et al. “Perfil vocacional y rendimiento escolar en universitarios” concluye que el perfil vocacional constituye “un elemento predictor preponderante del éxito escolar, puesto que se observa que los alumnos con un mayor rendimiento escolar sí poseen determinados rasgos de personalidad, tienen habilidades cognitivas más desarrolladas y sus intereses están más centrados en el área”.

La vocación es también la clave del éxito de la actividad investigadora de las mujeres académicas en ciencias sociales, según el estudio “Investigadoras con éxito en la Universidad… ¿Cómo lo han logrado?” realizado por Mar Duran-Bellonch y Georgeta Ion (2014).

El último Barómetro Universidad-Sociedad 2016 del Consejo Social de la Universidad Complutense de Madrid muestra una subida en la “Vocación” como la razón principal de elección de la carrera a estudiar, “que suma un 80% en la media de los alumnos y sube, no de forma inesperada, hasta casi el 90% en los estudiantes de Ciencias de la Salud”. La vocación va seguida de los siguientes motivos: “es la carrera que más me gustaba”, “posibilidades de trabajo”, “no tenía nota para otra carrera”, “tradición familiar” y “curso puente, el año que viene me cambio”.

Se puede, por lo tanto, concluir afirmando que la formación vocacional marca las pautas de la académica, en tanto que la razón de ser de la segunda radica en la primera. Pues como señala Eduardo Nicol: “la vocación de la vida no es el camino de una profesión, sino aquello que nos movió a elegirla; más aún, lo que nos mueve a seguirla ejerciendo de un cierto modo.”

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS 

1. Stiglitz, J., Greenwald, B. (2016). La creación de una sociedad del aprendizaje. Madrid: La Esfera de los Libros, 2016.

2. Huarte de San Juan, J. (1575). Examen de ingenios para las ciencias. http://www.cervantesvirtual.com/obra-visor/examen-de-ingenios-para-las-ciencias–0/html/feddd754-82b1-11df-acc7-002185ce6064.html

3. Drucker, P. (1959). The Landmarks of Tomorrow. Publisher, Harper&Row. Original from the University of Virginia, Digitalized, Apr 14, 2008.

4. Lyotard, Jean-François (1979). La condición postmoderna. Barcelona: Cátedra, 2006.

5. Martínez-Otero Pérez, V. “Investigación y reflexión sobre condicionantes del fracaso escolar”. Revista Latinoamericana de Estudios Educativos (México) 2009, XXXIX.  http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=27015065002  

6. Holland, J. (1959). “A theory of vocational choice”. J. Counsel. Psychol, 1959, 6, 35-45.

7. Super, D.E. (1951). “Vocational Adjustment: Implement a Self-Concept”. Occupations, 30, 88-92.

8. Rivas, F. (1998). Psicología Vocacional: enfoques del asesoramiento. Madrid: Morata.

9. Hernández, V. (2004). “Evaluación de los intereses básicos académicos profesionales de los estudiantes de secundaria”. Revista Española de Orientación y Psicopedagogía, 15, 117-141.

10. Nuñez, J., González-Pienda, J. (2005). “El aprendizaje escolar examinado desde la perspectiva del modelo 3p de J. Biggs”. Psicothema, 17, 20-30.

11. Villanueva, L.; Sorribes, S. (1995): “Orientación vocacional y género”. Actas de las V Jornadas sobre la LOGSE: tutoría y orientación. Barcelona. Cedecs, 391-397.

12. Durán-Bellonch, M. e Ion, G. (2014). “Investigadoras con éxito en la universidad…¿Cómo lo han logrado?” Educación XXI, 17 (1), 39-58. Doi: 10.5944/educxx1.17.1.10704. http://revistas.uned.es/index.php/educacionXX1/article/view/10704

13. Barómetro 2016, Universidad Sociedad. Universidad Complutense de Madrid. https://www.ucm.es/barometro/  

Alicia Gregorio Arroyo: Licenciada en Ciencias Económicas y Empresariales por la Universidad Complutense de Madrid, licenciada en Derecho y en Administración y Dirección de Empresas. Miembro del panel de expertos del Servicio Español para la Internacionalización de la Educación (SEPIE). Pertenece al Cuerpo de Profesores de Enseñanza Secundaria, especialidad de Economía. Últimas publicaciones:   AA.VV. (2016) Iniciación a la actividad emprendedora y empresarial 4º ESO, Madrid: Editex; AA.VV. (2015) Iniciación a la actividad emprendedora y empresarial 3º ESO, Madrid: Editex.

 
 
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