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AEA Voz Educación Abierta

El silencio de la escuela. Cómo comunicamos la realidad de la educación a la sociedad

De un tiempo a esta parte, la educación viene ocupando un papel desigual en la preocupación de los ciudadanos.

Cíclicamente nos incomodan los resultados del Informe Pisa, convertido (quizá sin vocación de serlo) en el único espejo en el que mirarnos. A ello se une un estado difuso de inconformidad, que no resulta en una actuación concreta de ningún gobierno y que se apoya en la sensación de que la situación no es la óptima, que las cosas podrían mejorar, aunque aparentemente, hagamos poco o nada para que ello suceda.

¿Es esto así realmente? Quizá no sea este el marco para hacerlo y está lejos de mi capacidad el realizar un análisis en profundidad de la situación, de la evolución que ha supuesto la larga cadena de reformas educativas emprendidas desde la administración, de cómo el concepto y las causas del fracaso escolar han cambiado durante las últimas décadas o de si el modelo educativo actual prepara a nuestros niños y jóvenes para enfrentarse a la vida real, en un mundo esencialmente diferente al que nosotros vivimos a su edad. Pero lo que es innegable es que los medios de comunicación, como parte de la sociedad que somos, compartimos la misma inquietud, la misma sensación, algo incómoda, de que la situación es, cuando menos, mejorable y de que algo podríamos o deberíamos hacer también nosotros al respecto.

En un primer análisis y siguiendo este afán de mejora educativa, parecen estar claros los principales actores involucrados: las competencias en educación las asumen, en una gran medida, las comunidades autónomas; a su vez, los profesores, inmersos en un empeño arduo y a veces duro e incomprendido, son los que con su esfuerzo dan lo mejor de sí mismos año tras año, curso tras curso. Pieza fundamental son los padres, aquellos que siguen con verdadera pasión la educación infantil de sus hijos, pero especialmente los que luego se despegan de la escuela que en algunos casos llega incluso a cuestionar en público la autoridad del profesor. Y, por supuesto, los propios alumnos, en cuya actitud y esfuerzo diario recae la responsabilidad de que todo el trabajo de los demás agentes se puede materializar, puede por fin, tomar cuerpo, dar de sí todo aquello que realmente se pretendía.

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¿Y los demás? ¿Qué nos compete al resto de la sociedad? ¿En qué medida estamos concernidos los ciudadanos, las empresas o los medios de comunicación?

Personalmente creo que solo es posible progresar si cada uno de nosotros dedicamos tiempo y recursos a mejorar la Educación, que ya se ha convertido en una tarea de todos, en un trabajo en equipo.

En concreto, los medios tenemos la oportunidad de crear modelos a través de nuestros contenidos de entretenimiento, pero también de sensibilizar y movilizar a la sociedad, de generar corriente de opinión dando visibilidad y altavoz al trabajo bien hecho, fortaleciendo y difundiendo roles educativos estimulantes, innovadores y creativos.

Es innegable el papel que pueden tener además los medios como fuentes de conocimiento y transmisores de valores esenciales para la convivencia.

En un momento en que la Educación pasa por el reto de unir a la sociedad con el objetivo de trabajar por un bien común del que se puedan beneficiar las generaciones futuras, los medios de comunicación, con su poder para llegar a millones de personas, resultan un magnífico aliado para participar en la construcción de un sistema educativo que sea de utilidad no solo para los niños y jóvenes, sino para todos en general.

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Y esto es posible porque los medios tenemos cada vez más clara la idea de nuestra responsabilidad y nuestro compromiso con la sociedad. Y, porque además, la Educación es la herramienta más poderosa para ser mejores personas y mejores ciudadanos, para alcanzar una vida más feliz y estable, la vía más directa para conquistar el verdadero progreso.

Es obvio, que no se puede tratar de mejorar las condiciones de vida, de existencia misma de la infancia y juventud sin tocar de pleno la educación, pero más allá de nuestros principios, del ánimo que impulsa nuestro trabajo está además la responsabilidad, así como la oportunidad de ser justamente parte de un medio de comunicación, de tener muchas ventanas a través de la televisión, de la radio, donde se asoman diariamente miles y miles de personas que pueden encontrar en nosotros, no sólo entretenimiento y diversión sino un valor añadido que sea nuestra contribución a intentar mejorar algo que también les compete, les atañe, les interesa y les preocupa.

Está claro, todos parecemos pensar igual que sería conveniente, necesario incluso el hacer algo que mejore la situación de la educación en este país. Está claro además quienes son los protagonistas, quienes son los agentes principales que tienen que acometer y llevar a cambio lo necesario para que esto se lleve a cabo, pero hay una responsabilidad extendida que nos atañe a todos y en la que nosotros queremos tener un papel activo, en el que queremos implicarnos, del que queremos poder estar orgullosos.

La educación es la herramienta más poderosa que tenemos para intentar que nuestros niños, nuestros jóvenes sean mejores personas, mejores ciudadanos, para llevarles a alcanzar una vida más feliz y estable, la vía directa para conquistar el verdadero progreso y nosotros, como medio de comunicación y como fundación queremos no sólo ser parte activa de todo aquello que mejore su efectividad en este empeño, sino implicarnos hasta el final en que se lleve a cabo.

Carmen Bieger. Directora ejecutiva de la Fundación Atresmedia

Miembro de la asociación Educación Abierta

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