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Evaluamos para transformar el aula y el Centro #LoquePISAnove

Mesa 5: Evaluamos para transformar el aula y el centro
Mediación: José Cuerva y Alicia Aguado

La mesa de diálogo 4 de la Jornada “Lo que PISA no ve” estuvo centrada en la transformación de los centros educativos y la necesidad de cambiar la cultura de la evaluación de los centros. Cuando hablamos de evaluación siempre estamos pensando en la evaluación de los alumnos, pero hay otras muchas evaluaciones que se pueden realizar cuando iniciamos el proceso de transformación de un centro educativo, que  supone al menos 4 transformaciones básicas: el currículum, el rol del alumno y el rol del profesor, la gestión de espacios y tiempos y la evaluación de los aprendizajes, propiamente dicha. Cada una de estas transformaciones requiere cambios en la evaluación a la que estamos acostumbrados.

El detonante de la mesa de diálogo fue el siguiente texto:

“El aula como territorio exclusivo del aprendizaje se diluye, o se expande, en la medida en que las demandas de aprendizaje de la sociedad se diversifican y las tecnologías permiten el acceso a la información, la creación de contenidos y la comunicación entre las personas de manera impensable hace unas décadas. 

Desgraciadamente también las tecnologías pueden dificultar el conocimiento de la veracidad de las fuentes, saturarnos de información, limitar la conciencia, segregar por la capacidad de producir o aislar a los usuarios frente a sus pantallas. Las palabras intentan aprehender realidades emergentes. 

Conceptos como hiperaula o aula inteligente intentan dar respuesta a los cambios incesantes que están experimentando las prácticas educativas. No estamos ante la manifestación de una nueva moda, sino ante la transformación de las relaciones sociales de la educación. Una consecuencia necesaria de estas inercias es la relevancia que adquieren el centro educativo, como nodo de innovación  social, y el proyecto educativo como respuesta a las necesidades de una comunidad en un momento determinado. 

La concreción y consecución de los objetivos en sociedades tan diversas como en las que vivimos y en sistemas educativos universalizados, como es el español, sólo puede quedar al criterio de la comunidad en la que se realice el aprendizaje. 

Evaluar, y por ello reflexionar, sobre la caja negra del espacio en donde los niños y jóvenes pasan buena parte de su vida, se supone que para aprender, es un tema que va adquiriendo preponderancia en las agendas del cambio educativo. Del mismo modo valorar la idoneidad del proyecto educativo a los objetivos de la comunidad de la que forma parte, así como, los logros obtenidos en su aplicación es una responsabilidad democrática ineludible. Ante la tensión que genera el deseo de transformación que estamos viviendo, conocer y poder valorar por los afectados qué está sucediendo en estos procesos de cambio es esencial para no perder el rumbo.”

En cada una de las rondas de diálogo que se establecieron la dinámica fue la misma. Después de escuchar el texto detonante se abrió un diálogo entre los participantes que propició un espacio para plantear de una manera abierta, en igualdad de condiciones y en confianza distintas ideas, preocupaciones y realidades que se canalizaron posteriormente a través de la formulación de preguntas clave por parte de los participantes. En este punto es importante recordar que las jornadas #TodosEducamos no buscan tanto dar respuestas como ayudarnos a pensar(nos) y abrir espacios de diálogo y debate en torno a preguntas que (nos) preocupan.

Sin ánimo de ser exhaustivos, éstas fueron algunas de las intervenciones:

  • Hay problemas para medir, mediante indicadores, la parte social de la educación.
  • Transformar el centro educativo supone también incluir a las familias y pensar en ellas si cambiamos la cultura de la evaluación del Centro Educativo.
  • Un alumno que participó en el debate sostuvo que: «la evaluación actual es un dato que no valora bien lo que ocurre en el aula. Los profesores están más preocupados de que el alumno saque un nueve que de cómo se siente el alumno como persona.»
  • Lo primero que hay que hacer es distinguir entre evaluación y calificación, recuperar el diagnóstico y la evaluación inicial. No son los momentos de evaluación. Si tuviera que empezar en el currículo, comenzaría con un cambio en la evaluación.
  • ¿Evaluamos nuestras políticas, intervención…? Hacen falta evaluaciones individuales. Jamás hemos tenido una evaluación que dijera que el tipo de aula que tenemos sea bueno. Hay que valorar sobre esto. En cuanto a nivel de centro, tenemos la duda de que no vemos qué se evalúa o qué no se evalúa. Necesitamos más información.
  • El centro se fusiona más con todo el centro. Crece fuera. Se acabó lo del que el centro limita. Hay unos indicadores, de la periferia, que nos permiten medir lo que viene de fuera. Hay que tener en cuenta el resto de componentes en educación.
  • Hay que generar una cultura de la evaluación, formativa, reguladora, por el componente social, entre alumnos pero también entre docentes, como un impulso de mejora constante. Generar una nueva cultura de la evaluación.
  • Mejorar los procesos educativos mediante los datos en la enseñanza aprendizaje virtual. La motivación en estos ámbitos es muy importante. Necesitamos realizar una reflexión sobre las pantallas. Tanto adultos como adolescentes utilizamos mucho las pantallas.
  • El aula como espacio de reflexión. Un lugar donde se generen preguntas.
  • Transformamos el centro educativo o hacemos que lo transformamos, porque al final volvemos a la evaluación tradicional.
  • La evaluación soy yo (un profesor).
  • Es interesante aprender de modelos de autoevaluación de centros en algunas CCAA, instrumentos de autoevaluación de centro educativo.
  • Cómo mejorar el aula. Existe una manera de evaluar lo que pasa en el aula.
  • Hay muchos protagonistas, alumnos, familias, profesores, etc. Muchos agentes que se comunicaban entre ellos y eso es la evaluación. Comunicación con las familias, entre los profesores que mejoren la gestión del aula.
  • La evaluación no es justa con el futuro que nos espera.
  • Importancia de la participación de la comunidad educativa en la mejora de los centros, en la rendición de cuentas, en la evaluación. ¿Qué indicadores necesitamos?
  • Cómo se evalúa la enseñanza, es decir a los profesores. Importancia de la autoevaluación.
  • Qué queremos (competencias) desarrollar en nuestros alumnos. Si como centro se tiene un proyecto bien definido, la evaluación tiene que acompañar al cumplimiento de estos objetivos.
  • En los centros necesitamos espacio y tiempo para reflexionar.
  • La evaluación como instrumento de mejora. 
  • La clave de la evaluación en hacer partícipe al alumno. La evaluación cuanto más subjetiva sea mejor. 
  • La evaluación de la diversidad. Para tener en cuenta los márgenes de mejora de cada alumno.
  • Los profesores dicen que no se pueden hacer cambios porque la inspección educativa pone impedimentos.
  • La evaluación para la mejora no es posible si no se genera compromiso, ¿cómo se genera este compromiso? Para ello hay que asumir que nos estamos solos: alumnos, profesores, equipo directivo.
  • Importancia de las redes de innovación educativa.

Algunas de las preguntas que surgieron fueron:

  • ¿Cómo generar una cultura de la evaluación formativa en los centros educativos?
  • ¿Cómo evaluamos (qué datos necesitamos obtener) si queremos transformar (el Centro Educativo). 
  • ¿Quienes deben intervenir en la evaluación?
  • ¿Cómo cambiamos la cultura del centro educativo para que sea la evaluación un derecho para la mejora?
  • ¿Se puede evaluar lo que ocurre en el aula?
  • ¿Cómo romper, a través de la evaluación, las presiones estructurales del sistema educativo para mejorar la práctica educativa?
  • ¿La evaluación (que se hace actualmente) nos ayuda a introducir mejoras?
  • ¿Son nuestras aulas un espacio de reflexión sobre el aprendizaje en todos sus ámbitos?
  • ¿Cómo podemos generar un ecosistema de observación, conversación, información para que la evaluación transforme las aulas y los centros?
  • ¿Podemos hacer una legislación más flexible? ¿Ayudaría esto a cambiar el foco de la evaluación a otros aspectos clave?
  • ¿Cómo podemos distinguir entre evaluar para calificar y evaluar para reflexionar qué hacemos y cómo lo hacemos a nivel de alumnado/centro? ¿Si queremos transformar no será necesario reflexionar?
  • ¿Por qué cuando hablamos de evaluación pensamos solo en los alumnos?
  • ¿Responde la evaluación en el aula a las necesidades del alumno?
  • ¿Cómo podemos evaluar para formar ciudadanos autónomos (críticos)?
  • Necesitamos un compromiso de todos los agentes educativos para mejorar a nivel de aula/docentes/proyecto educativo.
  • ¿Quiénes son los protagonistas de la evaluación del aula y del centro?
  • ¿Nos interesa evaluar el aula y el centro educativo? ¿ Qué cambios implica esto?
  • ¿Cómo podemos diseñar un modelo nuevo de estándares cualitativos y sistémicos y unos protocolos de utilización en cada centro?
  • ¿Qué otros sistemas de certificación podemos usar para restar peso al proceso de calificación que condiciona permanentemente el proceso educativo?

Este post es consecuencia de las reflexiones y preguntas surgidas en la jornada «Lo que PISA no ve», organizado por la Asociación Educación Abierta en el marco del proceso «Todos Educamos». Pincha aquí si quieres ver más posts como este.

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