“Sobrevivimos al modelo»
El pasado 19 de octubre celebramos el primer Encuentro en Abierto en la sede de la Fundación Giner de los Ríos en Madrid. Durante la primera parte del acto contamos con la participación de Charo Fernández y Ricardo Maturana como ponentes, y con Carlos Magro ejerciendo de moderador. El tema principal de la charla fue, como no podía ser de otra manera, qué entendemos por educación abierta.
En primer lugar, tenemos que asumir que la educación es una tarea de todos. Sin embargo, en los últimos años hemos delegado la tarea de educar cada vez más en la escuela, equiparando educación a escolarización. Para Ricardo Maturana esta es una institución fundamental para alcanzar “la vida buena” que, según le escribió Manuel Bartolomé Cossío a Gregorio Marañón en una carta, se fundamenta en “el deber que cada cual tiene de hacer de su propia vida una obra de arte”.
La pregunta entonces es si estamos permitiendo que la vida entre en la escuela o dicho de otra forma, si está la escuela abierta a la vida. Charo Fernández nos recuerda que este es el objetivo del aprendizaje por competencias, sin embargo, cree que la verdadera “palanca de cambio” está en la evaluación, que debe dejar de ser un instrumento de certificación para convertirse en una herramienta más del aprendizaje. Por otra parte, para que la vida entre en la escuela, afirma Ricardo Maturana, debería “conectar el pensamiento con la acción” y, añade Carlos Magro, “con la emoción”.
Durante la conversación se habló también del papel de la tecnología en la apertura de la escuela, de cómo la tecnología ha extendido los espacios de aprendizaje. Los alumnos vienen ya con la tecnología incorporada, pero los profesores deben educar en el uso: “una vez aprendes a utilizar la tecnología en el aula, las posibilidades son infinitas”, apunta Charo, mientras nos cuenta su experiencia con alumnos de Bachillerato. Añade que “la red me ha abierto las puertas del aula”, al poder compartir el trabajo realizado con otros profesores, centros, etc., cuyos esfuerzos sirven también de inspiración. En este sentido, propone Carlos Magro entender la educación como una red, como un ecosistema de aprendizaje en el que la escuela es un nodo fundamental pero no exclusivo. Apunta entonces Ricardo Maturana que el acceso constante a la tecnología tiene un impacto sobre todo en “lo local”, en los grupos de amigos, en el aula, etc., pues “no es tanto que nos pongamos en contacto con lo que ocurre muy lejos sino que aquello modifica lo que ocurre aquí. En ese sentido, la escuela está ya abierta, no hay manera de cerrarla”.
Finalmente, para acercarnos al ideal de una educación abierta, Charo señala que se debe “dar aire a las leyes, a la burocratización” y no crispar más el debate educativo, que debería poner en el centro siempre el interés de los alumnos. Maturana propone además relajar la dinámica circular de “aprendo-me examino”, y alargar los ciclos e introducir la vida en el aula a través del aprendizaje basado en proyectos (ABP).
Tras el debate en grupos, los portavoces resumieron las ideas principales que habían tratado. Pudimos comprobar que todos coincidían en dos grandes temas: la figura del profesor y el papel de la familia. El profesor ya no es la figura de autoridad que representaba anteriormente: ahora el conocimiento está “más fuera que dentro de la escuela”, de manera que el profesor actual tiene muchos retos por delante para enseñar de una forma completamente diferente a la que experimentó durante su propia formación. En este sentido, Charo se declara optimista pues conoce a muchos profesores motivados, que se siguen formando y que, sobre todo, entran al aula “queriendo mucho a los alumnos”.
En segundo lugar, “tenemos un problema si no incorporamos a la familia en el proceso educativo”, afirma Magro, a lo que Ricardo Maturana responde que “es muy difícil generalizar” pero que una de las virtudes de la escuela es precisamente “darnos una oportunidad a todos con independencia de nuestra familia”. En ese sentido, habría que medir si al final de la educación las oportunidades son iguales para todos, y si no, pensar cómo conseguirlo.
Hablando, finalmente, del modelo educativo en general, Charo Fernández considera que no hay que romper con él, sino tomar todo lo bueno y tratar de mejorarlo. Agustín Cuenca, uno de los portavoces, considera en cambio que “sobrevivimos al modelo” y que “no hay que contar cuántos terminan la carrera sino cuánta gente competente se queda en el camino”. Incidiendo en una idea que ya había esbozado anteriormente, Maturana concluye que la escuela debería fomentar “la sensación de haber conseguido cosas a lo largo del tiempo”, sin embargo “aprobar un examen es una forma de logro muy disminuida”. En definitiva, todos coinciden, como afirma Elena Flórez, portavoz de otro de los grupos, en que “el valor más importante que le podemos dar a un alumno es el deseo por aprender”.
El pasado 19 de octubre celebramos el primer Encuentro en Abierto en la sede de la Fundación Giner de los Ríos en Madrid. Se trata de un nuevo formato en el que queremos poner en conversación a los miembros de nuestra asociación con las personas que asistan al encuentro, abrir el debate y continuar el proceso iniciado con #CalmarEdu. De esta manera, después de una charla inicial entre tres miembros de la asociación, los asistentes se organizaron en pequeños grupos de debate donde pudieron reflexionar sobre los temas que se habían abordado y también sobre aquellos que no habían salido anteriormente. A continuación, cada uno de los grupos eligió a un portavoz para exponer las conclusiones o ideas a las que se había llegado durante la conversación.
Para terminar, nos gustaría dar las gracias a todos los asistentes por su participación, a la Fundación Giner de los Ríos por cedernos amablemente el espacio y a Madridiario por su crónica del evento. Agradecemos también a todas aquellas personas que nos siguieron a distancia a través del streaming y de las redes sociales.
