«La clave en la transformación es mantener lo que se ha demostrado que funciona y cambiar lo que no.»

¿Todo cambia o todo permanece? Los pensadores y filósofos griegos ya intentaron responder a esta cuestión. A Heráclito se le atribuye la célebre frase “nadie puede bañarse dos veces en el mismo río”. Lo que viene a significar que pretender que todo se mantenga inmutable es pura ficción.

El mundo cambia, la sociedad cambia…. El cambio es incuestionable e inevitable. Estamos acostumbrados a leerlo, escucharlo, decirlo y, por supuesto, vivirlo en todo tipo de situaciones y contextos. Pero la transformación asociada al paso del tiempo, aparición de nuevas tecnologías, investigaciones, leyes, gustos, tendencias, etc. no se conforma únicamente por cambios.

A priori, permanencia y cambio son dos palabras que se presentan antónimas y, sin embargo, van muy unidas, más de lo que se pueda pensar, a otra palabra: transformación.

Si analizamos el significado de ambos términos, permanencia (según la RAE) es “la duración firme, constancia, perseverancia, estabilidad, inmutabilidad”. El cambio se define como “la acción de cambiar” y cambiar, entre sus múltiples acepciones, quiere decir “dejar una cosa o situación para tomar otra”, “convertir o mudar algo en otra cosa, frecuentemente contraria” o “modificarse la apariencia, condición o comportamiento”.

Por su parte, transformación, según otras fuentes, hace referencia a la acción o proceso mediante el cual algo se modifica, altera o cambia de forma manteniendo su identidad. Por tanto, podemos entender que la transformación conlleva, tanto cambio como permanencia. Es precisamente en ese equilibrio entre ambos donde se encuentra la pieza angular de una buena transformación.

Si algo nos caracteriza es nuestra capacidad de aprender, de aprender de nuestros aciertos y errores. Así, la clave en la transformación estaría en mantener lo que se ha demostrado que funciona y cambiar lo que no.  

Los docentes y profesionales del ámbito educativo están en constante metamorfosis, aprendiendo nuevas metodologías, adaptándose a las situaciones, a los cambios sociales y legislativos, a las necesidades y características de cada alumno…. Cambios que requieren un gran esfuerzo y que además influyen directamente en el avance de las sociedades.

En este punto es importante apoyar, poner en valor y reconocer todo esa labor y dedicación que realizan los docentes, todas esas buenas prácticas de muchos profesores incansables que buscan cómo mejorar la vida de sus alumnos, sus familias y su entorno. Tenemos la suerte de que la mayoría del profesorado muestra una gran predisposición a implicarse de lleno en las innovaciones educativas y tenemos que propiciar que siga siendo así.

Como todo ciclo en la naturaleza, lo que hacemos afecta más de lo que a simple vista puede parecer. No solo los avances y cambios del entorno pueden influir en las personas, sino que las personas y más aún la educación pueden (y deben) ser el motor de transformación que necesitamos. Porque como decía Gandhi: «Sé el cambio que quieres ver en el mundo». 

Alicia Aguado Abril, responsable de proyectos de Educación de la Fundación Atresmedia. Maestra, licenciada en psicopedagogía y Máster Interuniversitario en Neurociencia Cognitiva y Necesidades Educativas Específicas Especializada también en tecnologías educativas, uso de las TIC aplicadas a la educación, comunicación, metodología e innovación. Ha trabajado como maestra y orientadora, en formación y desarrollo de Proyectos Europeos en Bruselas, Atención a las Necesidades Educativas, coordinadora y asesora pedagógica en programas educativos, sociales y de voluntariado en diferentes organizaciones, tutora en red de cursos de Formación Permanente del Profesorado (CRIF ‘Las Acacias’, INTEF…), entre otros.