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«La biblioteca como escuela, la escuela como biblioteca», conversatorio con Joaquín Rodríguez, Director editorial de Polygon Education y Digital project manager en la Institución educativa SEK.

El pasado 23 de enero, dentro de los seminarios sobre temas de actualidad educativa que organiza bimensualmente la Asociación Educación Abierta, tuvimos la suerte de contar con la presencia de Joaquín Rodríguez, uno de los mayores expertos españoles en cultura digital. En su blog, Futuros del libro, escribe y reflexiona regularmente sobre el impacto de la transformación digital en el mundo del libro, las bibliotecas, las alfabetizaciones múltiples y la educación. Además de haber dirigido durante años el máster de edición de la Universidad de Salamanca y Santillana, ha sido profesor en numerosas instituciones y vicedecano de profesorado de EOI. Es autor de varios libros de ensayo y ficción.

El siguiente texto fue publicado originalmente en el blog de Joaquín Rodríguez bajo el título: las bibliotecas como armas de alfabetización masiva.

 

Las bibliotecas escolares han estado siempre arrinconadas, segregadas, desvinculadas de toda dinámica pedagógica; su carácter ha sido más el de almacén que el de espacio de creación; su uso temporal siempre estuvo limitado al de la incierta disponibilidad de profesores que percibían la función de bibliotecario como la de un destierro provisional. ¿Cómo podría ser de otra manera cuando el conocimiento se dividía en asignaturas infranqueables, cuando no existía coordinación alguna entre los claustros, cuando todo lo que era necesario aprender se encontraba en los libros de texto y era transmitido por un portavoz, el profesor, y cuando el aprendizaje no era otra cosa que memorización y reptición en el interior de un espacio confinado, el aula?

La biblioteca escolar no podía estar más que arrumbada, en el mejor de los casos, en un rincón desconocido del centro escolar al que sólo se accedía de manera ocasional y fortuita. Ese mismo desplazamiento, esa misma desvinculación, esa misma ubicación periférica, denotaba claramente su insignificancia.

library

Primera ocasión desaprovechada, sin duda, por que hoy sabemos perfectamente -como dejaran claramente establecido Betty Hart y Todd R. Risleyen en The EarlyCatastrophe. The 30 Million Word Gap by Age 3-, que a la temprana edad de tres años los hijos de las clases culturalmente ricas han escuchado 45 millones de palabras; los hijos de las clases de familias obreras, 26 y los hijos de familias que viven de la beneficencia, 13-, extraordinaria diferencia de vocabulario que determinará varias cosas de manera casi indeleble: el desarrollo cognitivo, el éxito escolar, la capacidad de aprender a lo largo del resto de sus vidas, la predisposición a consumir determinados bienes culturales. De hecho, en uno de los últimos informes del National Literacy Trust, Lost for Words: Poor literacy, the hidden issue in child poverty. A policy position paper, recomiendan imperativamente que se incremente la conciencia entre los padres desfavorecidos de la disponibilidad de recursos locales (bibliotecas públicas y bibliotecas escolares, sobre todos). La biblioteca escolar podría haber contribuido a cauterizar esa brecha incial mediante el contacto regular con los libros, pero no fue así.

En 21st Century Skills: Learning for Life in Our Times, uno de los muchos documentos que dibuja las competencias necesarias para el siglo en el que vivimos, se entiende claramente que la dotación y los recursos de las bibliotecas tradicionales son insuficientes para satisfacer las demandas de los nativos digitales: enfrentarse creativamente a las incertidumbres de un futuro incierto resolviendo los retos que se planteen, compartiendo conocimiento y construyéndolo de manera lúdica, crítica y cooperativa (por resumir groseramente lo que plantean), requiere de una pedagogía completamente diferente, radicalmente distinta, y requiere también, naturalmente, de espacios donde eso pueda suceder, de espacios que faciliten e impulsen esa clase de trabajo. Y es imperativo hacerlo, además, porque de acuerdo con PISA 2009 results. Students on line. Digital technologies and performance, existe una correlación de un 0,83% de media entre los alumnos con mejor puntuación en lectura tradicional y lectura digital; o dicho de otra manera: que aquellos que han demostrado una competencia lectora sobresaliente tenderán a mostrar, de la misma manera, una competencia digital del mismo nivel. La biblioteca, de nuevo, como segunda oportunidad para habituar a quienes no han tenido oportunidad en sus entornos familiares al contacto con los medios y soportes digitales.

Framework for 21st Century Learning

Framework for
21st Century Learning

Los arquitectos más conscientes de que el espacio determina la experiencia de aprendizaje, han comenzado ya a realizar propuestas para que la biblioteca se convierta en el centro de la revolución escolar, un nuevo espacio en forma de laboratorio, hub o taller donde los alumnos puedan trabajar colaborativamente de forma no jerarquizada; donde puedan aprender mediante la resolución de proyectos de manera significativa; donde puedan aprender mediante el uso y análisis de múltiples fuentes de información. En Design Features for Project-Based Learning, se dan las claves que han de tenerse en cuenta a la hora de diseñar esos nuevos espacios híbridos que tan poco tendrían que ver con las bibliotecas tradicionales pero que conservan esa voluntad de espacio de creación y aprendizaje.

La Asociación de Bibliotecarios escolares norteamericanos ya fueron conscientes de eso hace unos cuantos años: en el documento Standards for the 21st Century Learner abogaron por una concepción extendida de las competencias y por la asunción de un nuevo papel dinámico y transformador de las bibliotecas en ese escenario. “Las bibliotecas escolares”, opinan, “son indispensables para el desarrollo de las competencias de aprendizaje”, si bien para ello deben transformarse completamente.

Las bibliotecas, en fin, como armas, instrumentos y medios de alfabetización masiva, espacios polivalentes puestos al servicio de la creación y el aprendizaje en la era digital, punto neurálgico sobre el que hacer pivotar la transformación pedagógica.

 

Autor invitado: Joaquín Rodríguez

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7 Comentarios

  1. Enrique Sánchez 28 enero, 2015

    Imaginemos que en una escuela, además de aulas, hubiera otro tipo de espacios: talleres, patios, porches cubiertos, rincones y otros lugares donde encontrarse. Imaginemos también que, en algún momento del día, la circulación por estos espacios fuera libre; es decir, que cada cual pudiera decidir dónde quería ir según lo que se estuviera haciendo en cada uno de estos lugares: construir, leer, hablar en inglés, ensayar una obra de teatro, escribir cuentos, resolver acertijos matemáticos o cualquier otra actividad que se hubiera considerado necesaria dentro de un diseño educativo.

    Para prevenir el posible desbarajuste no harían falta muchas reglas: todo el mundo tiene que elegir una actividad y permanecer en ella hasta que termine, no se puede abandonar un proyecto sin una buena justificación, y otras por el estilo.

    Cada uno de estos lugares y actividades estaría atendido por uno o más tutores, que no solo serían profesores, sino también alumnos (los más mayores, los que ya podían enseñar lo que ellos habían aprendido) y otras personas (padres, abuelos, vecinos, amigos, tíos) que estuvieran dispuestas a colaborar y asumieran este compromiso.

    Esta manera de proceder no impide seguir manteniendo las clases y grupos convencionales, ya que una forma de organización no es incompatible con la otra. Es más, ambas se refuerzan y se complementan.

    http://www.otraspoliticas.com/educacion/sobre-tiempos-y-espacios

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  2. Bethsabe Moreno Romero 29 enero, 2015

    Efectivamente, están abandonados por autoridades escolares, por ejemplo en el caso de México estuve integrada a un grupo de trabajo que se comisionó para acercar y llamar la atención de los niños de primaria hacia la biblioteca. A pesar de estructurar un proyecto incluyente (Alumnos, maestros, administración del plantel y padres de familia), quedó descartado y nada pasó; simplemente se uso el espacio como bodega. Incluso tengo la constancia de esto con imagenes.

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  3. Emilé 30 enero, 2015

    Me parece genial que la Biblioteca tenga su justa valoración dentro de los tiempos de la escuela, porque forma personas soberanas de su instrucción, de sus intereses.

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  4. Esperanza Ventura 30 enero, 2015

    Excelente texto.

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  5. liahsuum 30 enero, 2015

    Interesante artículo y punto de vista. En la era que vivimos ya hay que la biblioteca escolar como un centro de recursos para el aprendizaje. Nos hace falta que nuestros gobiernos, la clase pudiente, los grandes empresarios, etc. brinden su apoyo para que esto se vuelva una realidad. Una buena política estatal, debe observar en su presupuesto, una partida para el fortalecimiento de las bibliotecas y al apoyo docente, así como incentivar la carrera de Bibliotecología, fortaleciéndola y dando facilidades de becas de estudios especialidades a sus estudiantes. Estos retos, sin lugar a dudas, producirán un cambio de paradigma, de visión y de pensar y ya no ver la biblioteca como un lugar de castigo, sino como un lugar para el aprendizaje y el desarrollo cognitivo.

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  6. Rosana Mabel Duarte 2 marzo, 2015

    QUE TRISTE QUE EN MISIONES (ARGENTINA) NO EXISTA NI UN POQUITO LA VALORIZACIÓN DE LAS BIBLIOTECA SIENDO QUE UN DOCENTE SIN CONO-CIENTO OCUPE ESE CARGO..SIENDO QUE EXISTAN BIBLIOTECARIOS QUE NO PUEDEN ACCEDER POR NO CONTAR CON RESPALDO INSTITUCIONAL…..ASÍ ESTA EN DECADENCIA LAS BIBLIOTECAS…..

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  7. claudiavacalis 6 agosto, 2017

    Me parece muy acertado y lúcido tu enfoque sobre las bibliotecas y la escuela, gracias por compartir.

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