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«La autonomía de los centros es una puerta abierta a la atención a la diversidad»

#CalmarEdu nº 47. La autonomía de los centros permite gestionar tiempos y espacios adecuándose a la realidad de su comunidad.

47 bis. Esta autonomía debe ser real; académica, organizativa, económica y de recursos humanos.

Hablar de autonomía de los centros educativos supone comparar los postulados de la LODE, que promovía la participación de todos los sectores implicados, para favorecer así el análisis y la mejora del proceso de enseñanza aprendizaje, con las propuestas de la LOMCE que se basan en la gestión de los centros, donde, aunque se mantenga la participación de los distintos sectores, ésta pasa a un segundo lugar ya que potencia la función directiva, que se constituye en el punto básico y central de la reforma organizativa del sistema educativo concretada en la autonomía de los centros, la promoción de medidas de innovación y la rendición de cuentas.

La autonomía de los centros docentes y el liderazgo de sus directores  son factores clave para la transformación del sistema educativo de cara a las nuevas demandas de aprendizaje de los niños del siglo XXI. Es necesario un aumento de la autonomía de los centros para mejorar los resultados de los mismos y para que cada centro tenga la capacidad de identificar cuáles son sus fortalezas y las necesidades de su entorno, para así poder tomar decisiones sobre cómo mejorar su oferta educativa y metodológica en ese ámbito. La autonomía de los centros es una puerta abierta a la atención a la diversidad de los alumnos y alumnas, que mantiene la cohesión y unidad del sistema y abre nuevas posibilidades de cooperación entre los centros y de creación de redes de apoyo y aprendizaje compartido.

La LOMCE también contribuye a reforzar la capacidad de gestión de la dirección de los centros, confiriendo a los directores y a los equipos directivos como responsables del proyecto educativo, la oportunidad de ejercer un mayor liderazgo pedagógico y de gestión.  La Administración educativa debe fomentar la autonomía pedagógica y organizativa de los centros, favorecer el trabajo en equipo del profesorado y estimular la actividad investigadora a partir de su práctica docente.

Los centros educativos desarrollan en el marco de su autonomía y complementan, en su caso, el currículo y las medidas de atención a la diversidad establecidas por la Administración educativa, adaptándolas a las características del alumnado y a su realidad educativa con el fin de atender a todo el alumnado de manera inclusiva, utilizando métodos que tengan en cuenta los diferentes ritmos de aprendizaje del alumnado, favorezcan la capacidad de aprender por sí mismos y promuevan el trabajo en equipo.

Las posibilidades de autonomía de los centros deberían ser: pedagógicas, organizativas y de gestión.

Autonomía en lo pedagógico: La normativa permite la concreción del currículo y su adaptación al contexto del centro, ampliación de horario, la metodología a utilizar, etc.

Autonomía de organización: Los centros tienen la facultad para establecer su funcionamiento, sus normas de régimen interno, sus planes de actuación para promover la convivencia escolar, sus proyectos propios, sus criterios de evaluación, etc.

Autonomía de gestión de  recursos personales o materiales: Atendiendo a la tipología del profesorado existente (funcionarios de carrera o interinos, provisionales, profesorado compartido con varios centros) y a la variedad de estilos de formación del profesorado, a su edad, metodología y actitud hacia el trabajo en el aula, es difícil pero no imposible conseguir una dinámica unidireccional y compartida por el claustro de profesores hacia el proyecto educativo de los centros. Entendiendo que esto ocurre en la enseñanza pública y no en la enseñanza concertada o en la privada ya que los centros educativos tienen la potestad de elegir y contratar un perfil determinado de profesorado.

Hablar de autonomía de los centros significa analizar los elementos que los definen. Habría que tener claro:

– Un  proyecto educativo propio que defina el centro en su contexto y su visión de futuro, que favorezca su revisión y la elaboración de proyectos propios de centro de acuerdo con la concreción del currículo, que promueva iniciativas de experimentación y de investigación pedagógica de manera compartida y que permita el diseño de métodos pedagógicos y didácticos propios.

– Una dirección profesional con un liderazgo definido y compartido con el equipo directivo, que permita fijar criterios estables referentes a las tutorías con cada grupo de alumnos, que promueva una línea de trabajo vertical y continua, que favorezca un clima escolar y de convivencia abierto y que sea realista con el contexto del centro.

– Un equipo de profesores implicados en la mejora metodológica, la formación y en el proyecto y que no tema la evaluación de resultados y el análisis y reflexión de su práctica docente.

– Un sistema de evaluación de resultados que no se va influenciado por las evaluaciones externas y una rendición real de cuentas de resultados internos y de gestión de recursos y administrativa, que se vea apoyado por una inspección educativa que valore el funcionamiento general del centro  así como la evolución del rendimiento escolar y los resultados de las evaluaciones en las que participe el centro.

Aunque la autonomía en la gestión de recursos humanos es necesaria, sin embargo en los centros públicos es un objetivo a conseguir. En los centros públicos los profesores son funcionarios, con destino definitivo, en comisión de servicios o interinos, con lo cual, no están sujetos a la elección del equipo directivo, sino que están en un centro, bien por el concurso de traslados, bien por decisión propia, en cualquier caso generalmente con independencia del equipo directivo o de su proyecto educativo. Solo con la permanencia y adhesión de una gran parte del profesorado al centro y al proyecto planteado por el Director, se podrá dar verdadero sentido a la autonomía del centro y se tendrán puestas las bases para la mejora de la calidad de la enseñanza.

Como tantos otros aspectos referidos a la educación, todo permanece paralizado hasta la aprobación de un Pacto de Estado por la Educación. Pero nos permite pensar que en un futuro se desarrolle plenamente la autonomía de los centros en plenitud.

Margarita Pascual Moreno: «Estudié Magisterio Educación Especial y luego Educación Preescolar en la E.U. Pablo Montesinos de la UCM. Posteriormente me licencié en Pedagogía. Mis inicios fueron en la Educación Especial tres años hasta que di el paso a la Educación Infantil, donde he trabajado 17 cursos siempre en la educación pública. Actualmente trabajo como Directora del CEIP Blas de Otero en Móstoles desde hace 8 años  y tengo dos desdobles de la asignatura de Matemáticas en 5º y 6º de Primaria.»

 

 

Aquí puedes leer las 101 propuestas y otros artículos como este. Este artículo forma parte de la reflexión conjunta del proceso Calmar la Educación. Seguiremos publicando otras opiniones de personas relevantes del mundo educativo. Queremos generar un espacio de debate plural y abierto a todas las personas interesadas en la transformación educativa.

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