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De la repetición, de la memoria y de la inequidad

#CalmarEdu nº93. La repetición debe ser una excepción vinculada al desarrollo del alumno, nunca una vía a la exclusión.
Acudo a esta convocatoria de Educación Abierta obligado por el respeto y admiración que me merece la compañera que me ha transmitido “el encargo” y con el convencimiento de que estoy abocado a la ruina. En mi papel de maestro, a pie de obra, me encuentro en una situación de fracaso, de antemano. Ante voces que claman contra el enfoque que, de forma global, denominan “constructivista” y denostan los “experimentalismos” de mucha gente como yo, simples profesoras y profesores, que, lejos de la Academia, abrazamos, al parecer, enfoques educativos y metodologías que no son científicos. Soy un irresponsable.

Con esta angustia me acerqué, a través de declaraciones que tuvieron gran repercusión en los medios de comunicación de mi entorno, a las ponencias de la 2ª Jornada sobre Las pruebas de la Educación convocadas por la Cátedra de Cultura Científica de la Universidad de País Vasco el día 2 de febrero de 2018.

Creo que sigo las instrucciones de esta propuesta de Educación Abierta si declaro que deseo en verdad no enrocarme en mis posiciones y prejuicios (que los tenemos todos y que siempre producen sesgos en las materias sobre las que hablamos e investigamos) y me he propuesto escuchar con atención ideas que en principio pueden resultarme incómodas y (según con qué lenguaje se reproduzcan) acaben incluso produciéndome cierto dolor.

He escuchado y leído con detenimiento la ponencia y referencias del profesor Joaquín Moris sobre la memoria. En primer lugar me he dado cuenta de que la interpretación inicial que hice de la defensa del modelo de la instrucción dirigida no podría entenderse como una vuelta a los automatismos de la repetición de contenidos, a “aprender de memoria”.

En su exposición de esa jornada el profesor Moris incidió en el concepto de memoria y la pugna tradicional existente entre el objetivo del alumnado (que pretende el éxito a través de la memoria a corto plazo) y la del profesorado (que pretende la pervivencia del aprendizaje más allá de la prueba de examen).

Me ha parecido muy interesante su análisis de los tipos de tareas que determinan el recuerdo (paralelo a la complejidad de los procesos propuestos al alumnado) (Hyde y Jenkins) y la necesidad de valorar la carga cognitiva que tenemos  como punto de partida (que, como nos marca la realidad, según el nivel de cada alumno o alumna, es muy diverso) (Craik y Tulving).

Son interesantes también los consejos que ofrece a la hora de plantear tareas realistas en el aula, apoyadas en estrategias que se basen en la evidencia (ejemplos desarrollados, ejemplos progresivos, andamiaje… automatización) (Pass, Renkell y Sweller) y la idea de las “dificultades deseables” que, de alguna manera, van a favorecer la permanencia de la memoria a largo plazo (Bjork y Bjork), etc. (Dunlosky, Rawson, Marsh, Nathan y Willingham).

Ponencias como esta que acabamos de resumir nos llama la atención al profesorado para que intentemos que el aprendizaje de nuestro alumnado sea significativo y para que utilicemos de modo eficiente aquellos recursos en los que los profesionales que trabajamos en el aula podemos incidir, dentro del tiempo limitado de nuestra actividad en el aula.

No voy a caer en la tentación de declarar que “todo eso ya lo hacemos también” y que me recuerdan a muchos recursos e instrumentos que habitualmente muchos de mis colegas utilizan en su labor diaria. Otros como yo hacemos, tristemente, lo que nos dejan o lo que podemos…

Sin embargo, la crítica más grave que viene de los académicos que propugnan una varianza de las metodologías hacia la instrucción directa, se centra últimamente en la supuesta inequidad de los modelos que otra gente proponemos. Los puntos de partida diversos de cada alumno y alumna, supuestamente, pesan como una losa que agravará la distancia entre los “novatos” en el conocimiento y los que no lo son. “El aprendizaje por descubrimiento” en vez de integrar social y culturalmente aísla aún más a los sectores sociales más desfavorecidos.

Habrá que aceptar de buen grado esa crítica y estar atentos para que de forma involuntaria no fomentemos esa desigualdad. Sin embargo podríamos describir también multitud de experiencias en que los profesionales, en el día a día, integran y resuelven esas situaciones de desequilibrio inicial. Y, seguramente, esos profesionales lo harán embarcados en múltiples proyectos educativos, con visiones diferentes de lo que el enseñante debe hacer, intentando conformar equipos y claustros lo más coherentes y homogéneos posibles. Desde la aceptación del diferente y diverso, incluso en la forma de pensar.

Asier Astigarraga: Irakaslea Gasteizko UBI Ramiro Maeztun.

Aquí puedes leer las 101 propuestas y otros artículos como este. Este artículo forma parte de la reflexión conjunta del proceso Calmar la Educación. Seguiremos publicando otras opiniones de personas relevantes del mundo educativo. Queremos generar un espacio de debate plural y abierto a todas las personas interesadas en la transformación educativa.

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