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De Competencia en Competencia

#CalmarEdu nº63: Sólo con una formación (inicial y continua) docente basada en competencias se podrá favorecer el aprendizaje de competencias en sus alumnos.

 

Los docentes de hoy se están enfrentando a las expectativas de una sociedad que cambian constantemente y a gran velocidad. Esto requiere un conjunto de competencias amplio y las habilidades necesarias para adaptarse a distintas realidades de aprendizaje.

Por otro lado el rol del docente está pasando de ser un transmisor de conocimientos a un facilitador del aprendizaje, lo que tiene como consecuencia un cambio en el diseño de las estrategias en el aula.

Esta situación debe impactar directamente en la formación del profesorado que debería enmarcarse dentro del modelo del aprendizaje permanente, lo que supone conectar todo el recorrido desde la formación inicial hasta la formación permanente y empezar a hablar de desarrollo profesional docente.

Es importante describir las distintas fases de este recorrido:

1. Fase de formación inicial. Es requerida para el acceso a los cuerpos docentes.

En el artículo de J.M Gutiérrez “La Formación Inicial del Profesorado de Secundaria. Del CAP al Máster” se puede extraer que al futuro profesor de Educación Secundaria/Bachillerato, después de su titulación universitaria de Grado, necesita una formación adicional en principios didácticos y psicopedagógicos y la integración de las tecnologías. También se hace imprescindible en todos los modelos una fase practica en un centro educativo.

En el caso de la Educación Infantil y Primaria la formación inicial esta ligada a los estudios de Grado en Magisterio que se imparten en las Facultades de Educación.

2. Fase de selección. En el informe final del XXI Encuentro de Consejos Escolares Autonómicos y del Estado (2012), “El profesorado del siglo XXI” se hace una reflexión sobre el sistema de selección en el que cabe destacar por un lado que “el sistema de regulación de las condiciones necesarias para el ejercicio de la profesión docente muy heterogéneo y diferente según se trate del sector privado o del sector público y, dentro de éste, cuando se refiere a profesores funcionarios o a profesores interinos.” y por otro “los mecanismos de selección que, independientemente de la calidad de los candidatos, en sí mismos no garantizan ni el dominio de la materia, ni los procesos didácticos para su enseñanza. Además, no aseguran los conocimientos sobre las características del alumnado, las competencias para la resolución de problemas de convivencia, el uso de idiomas extranjeros o el empleo de las TIC en el aula.”

3. Fase de inducción. Cuando el docente llega a un centro educativo sigue formándose, por una parte accede a la formación permanente de profesorado y por otra adquiere un aprendizaje de supervivencia necesario en su día a día y de adaptación a su entorno laboral.

Las Administraciones Públicas ofrecen durante este periodo una formación, y su superación forma parte de los requisitos para acceder a la función docente, encaminada al conocimiento de su papel como empleado público.

4. Fase de formación permanente. Debería ser un proceso continuo de desarrollo y mejora profesional. De hecho, en el informe final del XXI Encuentro de Consejos Escolares Autonómicos y del Estado (2012), “El profesorado del siglo XXI”, aparece en el primer párrafo dedicado a la formación permanente del profesorado la definición de la UNESCO: “el proceso encaminado a la revisión y actualización de los conocimientos, actitudes y habilidades, originado por la necesidad de renovarlos y con la finalidad de adaptarlos a los cambios y avances de la sociedad”.

Sin embargo, durante muchos años esta formación se ha caracterizado por el carácter individualista donde cada docente en función de sus intereses y expectativas accedía a unos cursos donde un experto instruye a un conjunto de docentes que se unen por unos mismos intereses.

Esta fase debería cubrir también las necesidades de formación horizontal de los docentes relacionadas con las funciones que puede desempeñar en un centro: tutor, coordinador de ciclo, jefe de departamento, coordinador TIC,…

La falta de definición de un conjunto de competencias profesionales hacen que este itinerario formativo “institucional” sea un proceso de fases inconexas que mantienen en común un predominio de un enfoque técnico, teórico y práctico, caracterizado por ser puramente transmisivo y carente generalmente de la reflexión en la práctica docente.

Es importante también recalcar que, cuando un estudiante decide abordar la carrera docente y comienza la formación inicial, ya lleva en su mochila un conocimiento tácito de lo que es la profesión docente debido a su experiencia como alumno a lo largo de todas las etapas educativas que ha superado.

Se hace especialmente difícil favorecer el aprendizaje de competencias en los alumnos cuando los profesionales encargados de esta labor puede que no sean competentes, por la falta de definición de las competencias de la profesión docente y de la formación necesaria para alcanzarlas, y por una escasa vivencia de un aprendizaje basado en competencias.

José Miguel Sancho: Profesor de matemáticas colaborando actualmente como Vicedirector en el Centro Regional de Innovación y Formación “Las Acacias” de la Comunidad de Madrid. He sido responsable del Área de Recursos Digitales del Instituto Nacional de Tecnologías Educativas y de Formación del Profesorado del Ministerio de Educación Cultura y Deporte.

 

 

Aquí puedes leer las 101 propuestas y otros artículos como este. Este artículo forma parte de la reflexión conjunta del proceso Calmar la Educación. Seguiremos publicando otras opiniones de personas relevantes del mundo educativo. Queremos generar un espacio de debate plural y abierto a todas las personas interesadas en la transformación educativa.

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