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«Ni todo lo nuevo es bueno, ni todo lo bueno es nuevo», conversatorio con Cristóbal Cobo, director del Centro de Estudios Fundación Ceibal

“La prisa es tan solo una buena forma de asegurar nuestros errores futuros. Nuestro desafío está en comprender que nuestra época demanda una reflexión detenida, pensar de manera profunda aunque ello no siempre se traduzca en decisiones rápidas y apresuradas. Por supuesto, la densidad de nuestra reflexión no debe traducirse en indecisión ni en un inmovilismo que vaya en desmedro de las nuevas generaciones.”

La innovación pendiente, Cristóbal Cobo. 2016

El pasado día 5 de diciembre tuvimos la suerte de charlar con Cristóbal Cobo (director del Centro de Estudios Fundación Ceibal, Uruguay e investigador asociado del Instituto de Internet de la Universidad de Oxford, Inglaterra), en torno a su ponencia «Más pro humano que anti máquina, ¿Cómo pensar en un aprendizaje a prueba de futuro?».

Durante mucho tiempo se ha considerado que la tecnología sería la respuesta a todos los problemas de la educación. Sin embargo, Cristóbal Cobo propone que pensemos la tecnología no como respuesta sino como pregunta, sin demonizarla ni divinizarla. Pensar en ella como creadora de nuevas oportunidades pero también de nuevos problemas. La tecnología ha sido muy disruptiva en muchas áreas de la sociedad como el comercio o el turismo, sin embargo, aparentemente, no ha impactado de igual manera en la educación. Quizá, sostiene Cobo, porque “vivimos en una época en la que se sigue dando mucho valor a la estandarización, ignorando la particularidad de los contextos y sus idiosincrasias”.

Los sistemas educativos tienen que cargar con lo que Larry Cuban llama la “educacionalización de los problemas”: el intento de meter todos nuestros problemas “en el cajón de sastre de la educación”. “Las tecnologías se han socializado, juegan un papel importante en la construcción de nuestra identidad y al mismo tiempo se han hecho cada vez más ubicuas”, sin embargo, señala Cobo, no hemos aún sabido incorporar todo este potencial a la educación.

A pesar de las altas expectativas puestas en la tecnología como palanca de cambio de la educación, diversos estudios nos muestran resultados no tan positivos. Así, altos niveles de exposición tecnológica no dan como resultado mejores desempeños. Tampoco los bajos. Todo parece indicar que es en el punto medio donde encontramos una mejora sustancial. De lo que se puede concluir que no depende tanto de la cantidad de horas dedicadas al uso de la tecnología como de la implementación de unas determinadas dinámicas. O dicho de otra manera, no es tan importante el cuánto como el cómo. Lo que, a su vez, confirma, como sostiene Cobo, “la dificultad de las recetas”.

En su último libro, La innovación pendiente, Cristóbal Cobo analiza los tres vértices que han sido afectados por las tecnologías de la educación: contenidos, mucho más variados, de más calidad y de fácil acceso; contenedores, igualmente variados y de calidad; y contextos, en los que, señala, se produce el cuello de botella. No basta con el acceso a los contenidos sino que son precisas circunstancias que lo faciliten.

En este sentido, apunta tres niveles de implementación de la tecnología. En un primer nivel, las tecnologías se ponen al servicio de viejas prácticas, por lo que no suponen ninguna mejora; en un segundo nivel, la utilización de tecnologías facilitan el acceso al contenido y simplifican el proceso de aprendizaje. En estos casos, los estudios que se han hecho, no demuestran mejoras significativas aunque tampoco son resultados negativos; existe un tercer nivel que sí muestra resultados positivos, que es más sofisticado en lo pedagógico y menos en lo tecnológico . Así, “ni todo lo nuevo es bueno, ni todo lo bueno es nuevo”, sentencia.

En estos últimos años, Cristóbal Cobo ha trabajado en el Plan Ceibal, un proyecto desarrollado en Uruguay desde hace ya diez años. Un proyecto que se centra más en el discurso de la equidad social que en el de innovación digital. Y en el que, en palabras de Cristóbal Cobo, “se ha reducido muchísimo la brecha existente” gracias a un programa que pretende que todos los niños y jóvenes hasta los quince años tengan acceso a tecnología. Aunque hay dinámicas concretas que tal vez no funcionen en otros contextos, Cobo plantea seis lecciones que podemos aprender de la experiencia del Plan Ceibal:

  1. No hay que reinventar la pedagogía sino su uso.
  2. Hay que enfocarse en las interacciones, no en las herramientas.
  3. Si no es escalable, no es innovación.
  4. Flexibilidad es no buscar una sola forma de resolver todos los problemas.
  5. Es importante promover el desarrollo “de abajo a arriba”.
  6. Hay que estimular la colaboración.

Estos dos gráficos nos muestran los resultados obtenidos con la implementación del Plan Ceibal:

Además, pone el énfasis en dos cuestiones sobre las que, necesariamente, la escuela deberá reflexionar: pensamiento computacional y ciudadanía digital. Sobre el primero, apunta, “no significa aprender a programar, sino entender cómo funcionan los sistemas”. Sobre el segundo, advierte que en la relación entre las personas y las máquinas, hemos de prestar más atención a las primeras que a las segundas.

Ante los desafíos futuros y asumiendo que el sistema educativo no puede evolucionar al ritmo que lo hacen las tecnologías, propone pasar del concepto de “pedagogía” al de “heutagogía”, es decir, diseñar estrategias para que la responsabilidad no recaiga exclusivamente en las manos del docente y que “el sujeto desarrolle la competencia de aprender a aprender”.

Para lograrlo, concluye, hemos de atender a la “innovación pendiente” que es el cambio de paradigma en la evaluación. Para ello, propone varias claves:

  1. En vez de valorar lo que mides, mejor mide lo que valores.
  2. Crea nuevos mecanismos de reconocimiento de aprendizajes.
  3. Además del tiempo en clase, valora cómo se aplica lo aprendido.
  4. Reconoce, valora y promueve habilidades “no cognitivas” (sociales).
  5. Considera el error como una buena forma de feedback y reforzamiento, como una oportunidad de aprendizaje.

«Cristóbal Cobo (1976) es PhD “cum laudem” en Ciencias de la Comunicación por la Universidad Autónoma de Barcelona. Es investigador asociado del Instituto de Internet de la Universidad de Oxford, Inglaterra, y director del Centro de Estudios Fundación Ceibal, Uruguay. Ha sido profesor invitado en más de 20 universidades. Conferencista invitado en más de 30 países.»

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