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«Calmar la educación: un proceso cercano»

Cuando hablamos de educación en el proceso “Calmar la educación” compartimos la metonimia de las leyes educativas centrando el debate en los ámbitos de la escolarización, y, solo en la medida en que estos inciden, en los ámbitos de los aprendizajes no formales e informales. En ningún caso se pretende ignorar que siempre ha habido mucha educación sin escuela y mucho aprendizaje sin educación, posiblemente el más importante.

Cuando hablamos de calmar lo hacemos en relación tanto con lo que sucede dentro de los centros, como con todo aquello que condiciona o determina su vida ajeno a su control.

Cuando hablamos de proceso proponemos la creación de un espacio abierto para establecer y modificar objetivos con un compromiso a largo plazo.

El proceso “Calmar la educación”, persigue atraer la atención y favorecer una reflexión sosegada sobre la educación. El diálogo educativo, más en el momento actual, es un fin en sí mismo. La creación de espacios alternativos posibilita una conversación calmada y cercana a los desafíos realmente sentidos por la comunidad.

Cada vez sentimos con mayor claridad que sin demanda social y calma no habrá transformación, ni del aprendizaje de los alumnos ni del sistema, pero que sin transformación no habrá calma, ni en la sociedad, ni en el aula. La calma es una condición para generar la confianza sobre la que construir una discurso capaz de implicar y movilizar el sistema educativo.

El proceso “Calmar la educación” pretende llevar la conversación a los límites en donde los intereses de la sociedad se vuelven generales y el foco en lo inmediato y en lo inútil, por repetido, se atenúa, para poder hablar de lo verdaderamente importante. Siguiendo a María Zambrano, de cómo hacer del educativo un “tiempo para la revelación”, la contemplación, el amor, la creación, el aprendizaje. Un tiempo para siempre.

El proceso “Calmar la educación” quiere que se escuche la experiencia de los afectados. De manera especial, atender a los alumnos y profesores, conducidos a la zozobra ante la acumulación de tareas y expectativas que recaen sobre los centros educativos, y la velocidad y el exceso de información a que se les somete.

Cuando hablamos de educación, ahora más que nunca, necesitamos sentir la respiración; ya sea en el aula, en los parlamentos, en casa o en los medios de comunicación. Iniciar una reflexión sin los ahogos de lo urgente o lo ya juzgado. Ese y no otro es el objetivo que desde la Asociación Educación Abierta nos propusimos hace dos años cuando iniciamos el proceso que llamamos “Calmar la educación.” Respirar profundo y despacio antes de pronunciar la palabra educación.

Aquí puedes leer las 101 propuestas y otros artículos como este. Este artículo forma parte de la reflexión conjunta del proceso Calmar la Educación. Seguiremos publicando otras opiniones de personas relevantes del mundo educativo. Queremos generar un espacio de debate plural y abierto a todas las personas interesadas en la transformación educativa.

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